Cansado de que cuando la burocracia de Cadivi finalmente le permite poner un pie afuera del país, no paran de preguntarle por Hugo Chávez apenas muestra el pasaporte venezolano? Si éste es su caso, comience a considerar China como su nuevo destino turístico.
Un día caminando por alguna calle cuyo nombre no recuerdo, en la camiseta de un chiquillo que jugaba en el piso, decía “Venezuela” demarcando un territorio en un mapa que trataba, sin mayor suerte, de acertar los trazos de la lejana Suramérica.
Excluyendo la Embajada y el pabellón nacional en Expo Shangai; durante estos meses ésa ha sido la mayor huella que he encontrado de mi país en Asia: Un estampado coincidencial y mal delimitado.
Entre las naciones del sur más populares aquí, de lejos, despuntan Brasil y Argentina. Durante el mundial de fútbol, ambas camisetas corrían por la calle con una frecuencia considerable. Es justo reconocer que, aunque Maradona desencadenaba simpatías a granel por estos lares, había más Kakás que Messis caminando por la capital.
Dejando de lado la fiebre mundialista, ya comí en restaurantes sureños y brasileños, vi anuncios para clases de tango y samba con nativos, y di miraditas en la sucursal de la tienda Havaiana en uno de los centros comerciales más costosos de la ciudad. Probé café colombiano, e incluso llegué a ver una camiseta de Perú pululando en la Ciudad Prohibida.
Venezuela, o Weneiwela (en chino), no tiene un impacto ni cercano, pero sí se granjeó una marca: quienes han escuchado de este país caribeño, lo definen por una referencia inequívoca: “ése que tiene muchas mujeres hermosas y gana todos los reinados”. (Por desgracia se topan conmigo que ni alcanzo el metro sesenta).
A pesar de que el presidente Chávez ha abrazado con pasión y fiereza la causa bolivariana durante 11 años, su producto, la Revolución bonita, todavía no logra en estas lejanas sendas comunistas desplazar el legado de Osmel Souza: La reiterada conquista del trono universal de la belleza.
En los callejones tradicionales de Beijing, cargados de tiendas de souvenirs y de diseñadores locales, los rostros de Mao Zedong y Ernesto “Ché” Guevara, estampados en franelas, tazas, cajas, platos y libretas, abrieron espacio para incorporar a una figura americana, un Presidente negro que revolucionó la política internacional: Barack Obama, el Jefe del Imperio mismo.
Hugo Chávez corrió en la Gran Muralla años atrás ante deleitados camarógrafos, periodistas y curiosos; y no pierde ocasión para hablar sobre sus “buenas” relaciones comerciales con China, mas sus esfuerzos no parecen retribuirle resultados en materia de reconocimiento público: Con la sola excepción de Fan Jing Geng, gerente de Utopía – una librería fundada en Beijing para mantener vivo el pensamiento de Mao Zedong-; cuando digo que soy venezolana y menciono a Chávez -anticipándome a lo que creo será una preguntadera sobre el Socialismo del Siglo XXI-, lo que, para mi sorpresa, sigue por respuesta es “Chávez who?”.
Bendito sea Osmel y todo su poder. Ese es el verdadero Jefe de Estado.
Es increíble que haya que llegar hasta la China para acordarnos que Chávez es un tipo cualquiera. Aquí (en Venezuela) no hay forma. Nos obligan a verlo hasta en la sopa.
Qué raro que hay poco de Venezuela en China. Claro, ya me habías comentado lo de la embajada y la expo. Por la pasión futbolera, sí, pues normal que brasileños y argentinos dominaran. Y la imagen de venezuela de las mujeres bonitas es universal. Así como tambien que, cuando uno sale al exterior y dice que es de Venezuela, siempre dicen «ah, de donde Chavéz», y cosas así…
¡Qué nota que estés por allá! El año pasado estaba en Tampa y una noche subí a un autobús con un compañero español, quien solía «mamar gallo» con el cuento de Chávez. Al transporte subieron dos chinos, aprendices de inglés como nosotros, y el pana, en su intento por vacilar, le hablaba a los chinitos sobre mi procedencia y el presidente. La respuesta de los asiáticos, luego de preguntar si eso era México o si quedaba al lado de la nación azteca. Fue el título de tu post. Me libré esa vez de explicar algunos desmadres que pasan allá, pero pensé en el desconocimiento que tenemos del mundo. ¿A fin de cuentas qué pensamos nosotros de los africanos?
Jejeje tal cual, yo estoy comenzando a pensar que es más lo que desconocemos que lo que sabemos…