
Los pantalones abiertos en la entrepierna siguen siendo una imagen usual en la China contemporánea (Foto tomada de furmanchinatrip2010.blogspot.com)
La primera vez que intenté conocer la Ciudad Prohibida, quedó claro que prohibida estaba, por lo menos para mí. Fue durante el feriado laboral chino y al parecer elegí el mismo destino turístico que decenas de personas, porque apenas si se podía respirar en esa secuencia interminable de cabecitas.
Tras pasar la entrada principal del recinto, divisé un amplio pasillo con árboles de lado y lado. Enfrente se alzaba el famosísimo conjunto de edificaciones que conocería, pero sólo luego de otros dos intentos.
Mientras contemplaba la escena e intentaba descifrar como salir de aquella marejada sin sentirme un salmón, dos niñas en sus bonititos vestidos rosados de domingo correteaban hacia las jardineras y desviaron mi atención. Tendrían unos ocho años, y antes que pudiera decir “que lindas las pequeñitas”, se alzaron sus hermosos trajecitos de princesa, se bajaron su ropa interior, y sonrientes, en medio de un centenar de personas, vaciaron su vejiga.
Dos árboles después, la escena se repitió: esta vez era un chiquillo rondando los cinco años. “Y yo que paseo a mi perrita con bolsa y pudor en mano”, fue lo único que atiné a pensar.
La imagen se ha ido haciendo más y más común. Un día a la espera en el banco, un chico, con unos probables siete años, corrió a la jardinera se abrió sus blue jeans, y listo! Semanas antes, otro aprovechó una alcantarilla justo detrás de mí como urinario.
Pronto noté que es usual que los bebés más pequeños no usen pañales, y que es más usual aún que los extranjeros nos impresionemos con esto. Sus pantaloncitos tienen un agujero que recorre toda la entrepierna, llevan por nombre “kaidangku”, y tienen por objetivo facilitar, no sé si sólo al padre o al niño o a ambos, la expulsión de desechos sólidos y líquidos.
Yo desconocía la existencia de una discusión centrada en si el bebé debe o no crecer con pañales, y menos que había padres que promueven la temprana educación sanitaria de los hijos con una minuciosa observación del comportamiento del bebé para orientar el control de esfínteres.
En el caso asiático, la práctica es tradicional, sin embargo algunos trabajos publicados en medios de comunicación locales advierten que en los tiempos que corren, el uso de estos pantaloncitos supone una suerte de marca social y se asocia con familias más empobrecidas o provenientes del interior del país.
En tanto, que la nueva generación de padres citadinos comienza a abandonar los “kaidangku” por old-fashioned y anti-higiénicos, y a inclinarse masivamente por la compra de pañales desechables. Menudo mercado! será que nuestro Gobierno toma nota de esto y comenzamos la exportación de los pañales revolucionarios “Guayucos” para atender este nicho? Por fin nos olvidaríamos del petróleo!
…en Turquía que tienen el mismo sistema de baños, me explicaron que es mejor hacer pu o pi de esta forma porque se supone que es la manera natural…
Bsines
Sip! aunque como ves la cosa parece que empieza a cambiar… Besos!!!
jajajajaja Dios!!! cada vez me parece más difícil aplicar aquello de que eso es así aquí y en la China!!!
Gracias por publicar por fin esto, es la crónica que he esperado todo este tiempo.
Te quiero un montón Lui Mei 😉
Yo sé jejejeje es tu crónica, que casi le da nombre al blog jejejejeje muchísimos besos!
jajajajaja…con razón aqui los bebés chinos están podrios en las mañanas!!!! si no usan pañal y las mamas salen con ellos y se le hacen encima, te imaginarás. Que curioso todo lo que estas viviendo. Me recordó tanto cuando vivi por el centro, donde habian muchas chinas con sus bebes guindando y hediondos!!!!
Jajajaja y te puedes imaginar la escena en el metro, con todo mundo amontonadito en la hora pico…
Muy buenos todos tus vivencias por allá en China, y que sorprendente eso que los niños no usen pañales, pero también me llama la atención esos «guayucos» como pañales… jejejeje