Allí estaba yo, parada frente a un montón de chinos ataviados con delantales negros y luciendo peinados tan extravagantes que fácilmente podrían competir al peor desteñido y el mayor abultado.
No fue fácil llegar a Fa Fa (mi actual peluquería). Consulté a una chica y me dijo que en dos años no se había atrevido a pisar un salón de belleza en Pekín, y prefería cortarse ella misma el pelo. Otra conocida dijo que iba a una peluquería bilingüe, lo que se traduce en barato para los chinos y 15 veces más caro para los occidentales.
Descarté el salón en la planta baja de mi conjunto residencial tras enterarme que contrataban a unos manganzones con peinados de ultratumba para, literalmente, acosar a las jovencitas que deambulaban por el sector hasta lograr arrastrarlas a la peluquería. Lo que me desencantó, como se imaginarán, no fue el acoso sino las pésimas cabelleras de los empleados.
Después vino el cuento, que si la mayoría de las peluquerías en la ciudad son casas de citas, que si son una fachada, que si fulano fue a cortarse el cabello a una peluquería y la empleada le pidió que se fuera porque allí no hacían «ese trabajo», sólo ofrecían «servicios especiales», en fin, el psico terror en su máxima expresión.
Pero más pudo la raíz amenazante de mi cabello que el terror, y llegué a Fa Fa. Sostenía mi cajita de Igora Brilliance, número cualquier cosa, e intentaba, con el universalísimo lenguaje de señas, explicarle a la peluquera que necesitaba pintarme el cabello y luego secármelo. Fue inútil, por suerte para esos momentos de la vida existe el intérprete, nunca salga sin él.
Comienza la traducción. «Quiero teñir mi cabello y secarlo». Sonidos van y vienen por un rato.
– Un secado para poco tiempo o para mucho tiempo?
No supe como responder a esa pregunta, excepto balbuceando «un secado normal». De nuevo intercambian mil y un palabras.
– Volumen bajo o exagerado?
Pensé si estos serían los fulanos «servicios especiales» y que quizás me estaban hablando en clave, así que nuevamente la única cosa que atiné a decir fue «normal». Pero para mi sorpresa, se selló el negocio por el equivalente de 100 bolívares, de los fuertes.
Tranzado el precio, empezó el proceso. Nunca supe que harían de diferente entre un secado de mucho o poco tiempo, ni menos cuáles son los límites materiales de un volumen exagerado. Lo que sí comprobé de inmediato es que la paciencia china sí existe: Hebra por hebra fueron tiñiendo mi cabello, transcurrido el tiempo y las minuciosas examinaciones, me llevaron al lavacabezas que tiene una particularidad: no hay sillas para sentarse mientras te lavan el cabello, hay camas para acostarse. Ahí como que entendí que la infraestructura puede prestarse para otros negocios.
Desistí de intentar pedir agua fría para que no me rostizaran mi cabecita, y resignada comencé a ver las publicidades desplegadas en el techo.
Llegó la hora del secado. Tres personas se acercan para trabajar simultáneamente: Una seca, la otra sostiene el cabello y la tercera funge de asistente. Yo aprovecho para dar una ojeada a la revista que me dejaron en la silla.
No entiendo nada, pero de pronto, en ese océano de palitos haciendo las veces de caracteres, algo salta a mi vista: una noticia enmarcada en un recuadro rojo, no hay manera de comprender el texto, que ciertamente está en chino para mí, pero la foto es inconfundible. Se trata de una señora mayor trajeada con camuflaje militar, sonriente portando un fusil y las insignias de la gloriosa milicia bolivariana. Sí, la nacional meeesma.
Un ruido me distrajo y me devolvió a la realidad inmediata. La cliente a mi lado había estallado en lágrimas, mal presagio de lo que iba a pasarle a mi inocente cabello que para esa hora se encontraba inmerso en seis manos que se movían con la lentitud de la cola de la Valle-Coche a las 7 de la mañana.
Minutos más tarde, terminada la heroica labor, resumí que la cosa no fue tan difícil. Salí relativamente satisfecha, sin embargo, ha pasado poco más de un mes y no he vuelto. Supongo que no existe un corte de cabello «normal» y que no sabré que responder cuando pida retocar las puntas y me pregunten «para poco tiempo o para mucho?».
Jajajajajajaja…te faltó la foto, solo para ver como quedo tu pelo, que aquí lucía muy fashion tanto en color como en corte y secado
Siiii Queremos ver a la modelo con su nuevo look Jajajaj