Leyendo el periódico hoy, una nota saltó a mi vista. El director de cine Zhang Yimou – quien debutó tras las cámaras con la película Sorgo Rojo – lamentó públicamente no poder encontrar una joven actriz en China que transmita pureza y sencillez.
El redactor de la historia comienza su nota ironizando con la población del país: 1,3 millones de personas y ni una chica que pase el casting. El director de cine bromeó sobre el tema comentando que las adolescentes ahora son más feas porque las mujeres hermosas deciden casarse con hombres feos, pero ricos.
El debate sobre el tema está vigente. Recientemente una chica de 22 años activó las alarmas en China acerca de las prioridades de la nueva generación. Ma Nuo participaba en uno de estos programas televisivos para buscar pareja. Luego que uno de los solteros a la caza le ofreciera llevarla a pasear en su bicicleta, la jovencita soltó una respuesta con tintes de sentencia, y terminal: «Prefiero llorar sobre un BMW que sonreír sobre una bicicleta».
La chica salió del programa de la mano de un fotógrafo de 34 años que no poseía ni lo uno ni lo otro, pero que de la cita no obtuvo más que un retrato de la aspirante a modelo.
Ella tampoco se fue a manos llenas del show, si bien la polémica afirmación le granjeó fama, fue incluso más de la que ella hubiese deseado: En cuestión de semanas, por decisión de las autoridades, la chica fue vetada de la televisión, y sus contrataciones fueron canceladas una a una.
En un intento por recuperar simpatía, Ma Nuo acudió a otra televisora para retractarse en vivo y directo, y aclarar que sólo lo hizo por presión de los productores, para favorecer el rating y en un intento de impulsar su incipiente carrera. El esfuerzo fue en vano, ni la audiencia ni los foros virtuales la disculparon, sólo atizaron sus críticas y reproches.
Otra soltera que concursaba en el mismo programa, comentó -también a las cámaras- que ella sólo permitiría a su novio tomarla de la mano gratis, de resto todo el que quisiera hacerlo, debía pagar. Supongo que el elegido debería sentirse realmente afortunado.
Sería una ingenuidad de mi parte afirmar que en Suramérica no es posible ver estos ejemplos, porque los hay y a cada vuelta de esquina. Pero no deja de sorprenderme que en un país como éste, que se mueve a un ritmo tan vertiginoso, la mayor evolución de las mujeres sea perfeccionar sus destrezas matemáticas: La elección del marido es una fórmula numérica que debe hacerse rápido para evitar una pérdida de tiempo.
A propósito de las críticas del director Zhang, un gerente de un restaurante sostenía que esto sólo demostraba el actual problema social en China: «Las nuevas generaciones no parecen comprender el significado del amor. En cambio, algunas mujeres prefieren ser amantes o tener sexo premarital». Huang Ye terminaba su reflexión preguntándose «es esto progreso o regresión?».
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