Can I help you?

23 Ago

En el mercado de Namdaemun es posible encontrar toda clase de ropa, accesorios y algunas baratijas

Lost in translation. Nunca pensé que podría decir algo parecido, pero, después de todo no es tan difícil hablar chino. Ya no me es posible repetir aquella expresión de «esto está en chino para mí», porque, por increíble que parezca, mis sentidos comienzan a reconocer el mandarín.

Estoy pensando alterar un poco la frase y para algo enrevesado, de ahora en adelante diré que «está en koreano para mí». ¿Tiene idea de cómo decir hola en koreano?, búsquelo en la web y coincidirá que nada más panza que soltar un «ni hao» en China.

Abandonando por un rato el asfixiante gris de Beijing, aterricé en Korea. Como llegué pasado el mediodía del domingo, pues que mejor que echar un vistazo a algún mercado de la ciudad. La primera opción fue el mercado de Namdaemun. Aunque la guía de Lonely Planet usa el adjetivo «impresionante» para describirle, a mí no me pareció nada muy distinto a cualquier gran venta de ropa, con baratijas y algunas comidas extrañas, de las cuales sólo pude distinguir unos pescaditos disecados.

Las mini sardinitas de la izquierda fue lo único de la oferta gastronómica callejera que logré identificar

Los productos naturales, con efectos medicinales, están por doquier en los mercados

Decepcionada, vino el clásico mental ¿y ahora qué?. La mayoría de las calles en la ciudad, según parece, no tienen nombres o identificación, así que tenía pocas posibilidades de ubicarme en un mapa. Sin embargo, no empezaba ni a meditar sobre mis remotas oportunidades de aprovechar la tarde, cuando dos sujetos se acercaron imprevisiblemente y preguntaron al unísono «Can I help you?».

En Caracas me habría arrodillado para suplicar que se llevaran todo menos mi dignidad. Portaban carnés oficiales y camisetas rojas, pero que alivio, no eran agentes cazavotos del Psuv, sino cuadrillas de ayuda para turistas. En inglés, y con amabilidad, ofrecieron sugerencias y me recomendaron un mercado artesanal que estaba operativo y a pocos minutos de distancia.

Llegué a Insadong pasadas las 5 de la tarde, y aunque algunas ventas ya habían bajado la santamaría, otras permanecían de par en par ofreciendo máscaras pintadas, trajes artesanales, sombreros, juegos de té, accesorios, diseño funcional para la casa y un sinfín de otras minudencias.

El amplio bulevar está bordeado de decenas de cafés y restaurantes, y aunque aún no me llevo con la comida koreana, fue sencillo conseguir una buena taza de cacao con galletitas de auyama. Los precios son más altos que en Pekín, sin duda, pero algunas piezas lucen un poco más originales y menos repetidas que en China.

Apenas un día en Seúl y mi primera conclusión es qué tan lejos estamos de la modernidad y la organización en el Caribe. Las calles de la ciudad son amplias y cuentan con puntos de información para turistas. Las paradas de autobuses están perfectamente identificadas, en inglés y koreano, con horarios marcados por ruta y con mapas de destino. Existe un servicio telefónico gratuito de traducción para cinco idiomas. Los taxis parecen limosinas, puro asiento de cuero, y equipados con cualquier cantidad de artefactos electrónicos para facilitar la vida del usuario.

Fascinada admiro como la gente disfruta de la ciudad, nadie raya o tumba avisos, no veo la cara de ningún político prometiendo un país mejor, no se roban los recursos electrónicos dispuestos en las calles para mejorar la cotidianidad, ni hay delincuentes sometiendo a la señora del puesto de información.

Programo mi disco duro para cruzar la calle por el paso de cebra, respetando la luz del semáforo peatonal así todos los carros estén detenidos, y entonces me doy cuenta lo fácil que es adaptarse al primer mundo. Horas más tarde, mientras tomo un café, distingo una noticia sobre Venezuela en un diario en inglés: El tiroteo en Fuerte Tiuna cruzó océanos y llegó a Asia.

No importa, aquí, en la calle cuando digo que soy venezolana, me regalan una gran sonrisa y me dicen cosas como «El país de las mujeres bonitas» o «Miss Universo». Ojalá la belleza, y no el hampa, fuera realmente nuestra carta de presentación. Andrés Izarra seguro se reiría a morir con esto…

2 respuestas hasta “Can I help you?”

  1. Eliezer agosto 24, 2010 a 7:10 AM #

    Hola Paula. Qué bueno que estés en Corea del Sur y escribas sobre ese país. Y, cualquier cosa, puedes contar tus anécdotas de tu visita a Tailandia. Suerte y que sigan los éxitos.

  2. Blanca agosto 25, 2010 a 9:41 AM #

    Me encantan tus crónicas del primer mundo!!!!

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