Con frecuencia las máquinas dispensadoras de chucherías, refrescos o café nos calman las ansias producidas por un repentino antojo a horas tardías en la oficina o en momentos de espera en clínicas.
En Beijing estos equipos resultan verdaderamente prácticos en lugares como las estaciones de metro, donde es posible comprar un snack para endulzar el trajín, bien sea con efectivo o con el crédito de la tarjeta magnética de transporte que funciona para cancelar taxis, autobuses y toda la línea subterránea.
Sin embargo, en Nanjing, ciudad de la sureña provincia de Jiangsu, un empresario llevó el asunto a otros niveles. En una central de trenes de la urbe instaló una máquina dispensadora para vender cangrejos peludos vivos, sí, cangrejos, y vivos.
Por un precio de 25 kuáis -que vienen a ser aproximadamente 25 bolívares, de los fuertes- los pasajeros pueden comprar un cangrejo vivo de la heladera, cual si se tratara de un pasapalo para picar durante la espera.
Según la reseña de un portal japonés, estas refrigeradoras se mantienen a una temperatura de -5 grados, lo que deja a estos desafortunados animales en estado de hibernación. Y para garantizar que el sistema funciona y la compra no será decepcionante, junto a la máquina un pendón explica que de obtener un crustáceo muerto, la empresa responsable le premiará con tres vivos en recompensa por las molestias ocasionadas.
El «hairy crab», o cangrejo de Shanghai, parece ser muy bien degustado por estas tierras, y es posible conseguirlo vivo entre las ofertas especialidades de los restaurantes, al igual que otras especies acuáticas. Confieso que se me dificulta experimentar estas exóticas delicias. Cuando era una niña, durante un paseo por la playa, mi hermano mató unos cangrejos sin razón aparente. Mi mamá los frío y los sirvió de merienda para enseñarnos que el crimen había sido injusto e innecesario. No pudimos probar bocado, y naturalmente desde entonces nunca más intenté ir a por este crustáceo.
Cuando vi el reportaje que muestra la penosa circunstancia que le tocó vivir a estos cangrejos que yacen sobre una estantería de bebidas, y dejando de lado mis experiencias infantiles, me asaltó una duda acerca del origen de este nicho: para qué alguien podría querer un cangrejo vivo en una estación de tren?
Paulita!!! no te tenía abandonada. Te leía pero Luis está de vacaciones así que entre cochino y cochino, siempre he leido tu blog, que una vez mas te digo, me encanta!
Ahora lo de las máquinas dispensadoras es como demasiado fashion para nuestra cultura. te imaginas eso aqui? Todo estaría podrido, sobre todo los cangrejos!!! jajajaja
Un abrazo
Tan bonita!!! gracias Blanquita!! pues sí, aquí eso sí que te hay, por encima de las extravagancias, control de calidad!! Besos!!!
sabes? el video está en japonés, no en Chino. Por lo poco que se.Me recuerda a la Señorita Cometa, jajajaja
Sí!!! es de un portal japonés, creo que no debe haber ningún reporte en chino jajajaja que va!
Qué pánico!!! pobres cangrejos. Es verdad que uno se los come en la paella, en el asopado de mariscos y tal, pero coño, que los pongan vivos en una dispensadora, vivos a -5 grados!! que macabro, qué tortura. Sabes que no me extraña que en un futuro no muy lejano, los occidentales seremos la comida de esta gente y estaremos en dispensadores. Yo también me hago la misma pregunta ¿para qué carajo te compras un cangrejo vivo en un aeropuerto? Muy raros estos panas.
Jajajaja pues yo creo que podemos terminar en comida, porque después de todo, estos son mayoría y de laaaaaaaaargo!!!! nos imaginas? en una maquinita? jajajaja
Hola Paula… qué cómico/novedoso eso de los cangrejos por allá en esas máquinas, un ejemplo más de las cosas distintas a lo que se hace por aquí en Occidente