No fueron pocas las personas que me advirtieron que traer un perro a China encabezaba la lista de las peores ideas. También me insistieron que considerara las inconveniencias de sumar una mascota a mi proceso personal de adaptación.
Palabras más, palabras menos, todos convenían en que Burbuja -mi poodle de tres años- no debía tomar aquél avión conmigo. No les quité razón, pero dejando de lado la incertidumbre, no repensé nada. Burbuja, alias Bubú, tenía su pasaje comprado.
Por aquellos días previos al vuelo, busqué por doquier pistas sobre el traslado de animales. La información era escasa y contradictoria. Incluso fui al Consulado de China en Caracas, y cuando pregunté a la funcionaria sobre las normas de aduana pera ingresar un perro, me miró llena de asombro y espetó «nosotros no manejamos esa información».
– Si el Consulado de China no maneja información sobre qué trámite debe cumplirse para ingresar un perro a China, a dónde debo ir?
-Ahhh eso puede preguntarlo en la oficina de cuarentena del aeropuerto de Pekín.
-Entonces, debo llegar a Pekín para saber que papeles debo tener para llevar a mi perro?
-Sí!
Comprenderán que salí convencida de estar protagonizando un programa de cámara escondida, pero para mi desconcierto, la realidad es que sólo en Pekín sabría, con absoluta certeza, qué haría falta para completar satisfactoriamente la mudanza de Bubú, y si era necesario o no cumplir un período de cuarentena.
Una veterinaria le explicó a mi mamá que debía llevar los certificados de las vacunas, además de un certificado de salud emitido por un médico y sellado por el Ministerio de Agricultura y Tierras. En una semana estuvieron listos los papeles que, además, fueron traducidos al inglés, para evitar problemas de incomunicación, claro.
Yo descubrí en el momento que un perro que no supere los 6 kilos -incluyendo su caja de transporte o kennel- puede volar en la cabina, así que la compra del kennel fue guiada por el factor de peso, literalmente. También fue necesario comprar un tranquilizante para que pudiera pasar el viaje durmiendo.
En el aeropuerto de Maiquetía sellaron los certificados de vacunación y salud, y comenzó la travesía. Cruzó casi 15 mil kilómetros en 24 horas, durante las cuales nunca salió del kennel, se mantuvo entre dormida y apenas si masticó algo de comer y tomó líquido. Terminado el viaje, nos retuvieron en el departamento de cuarentena del aeropuerto de Pekín para explicarnos que era necesario dejarla 40 días en aislamiento preventivo. Lágrimas de nada valieron y Bubú partió a la cárcel perruna.

Les presento a Burbuja, alias Bubú, durante sus días de cuarentena. La foto fue tomada una semana antes de la salida de la cárcel!
Buscando alternativas para verla durante su encierro me tropecé con el primer intento de corrupción que viera en esta etapa asiática. Una organización me garantizaba liberar a Bubú a cambio de pagarles el doble del monto que debía cancelar por sus impuestos de entrada. Sea por la cantidad de dinero o por el temor a involucrarme en problemas apenas de entrada, no hubo acuerdo. Mientras, me confortaba con noticias de los funcionarios del departamento que me aseguraban que el único problema de la peluda era su pésimo comportamiento. «It’s a naugthy dog» fue la frase oficial!
Infinidad de veces pensé lo peor, dada la fama de los chinos, pero ahora puedo contar que nada malo pasó durante su cautiverio. No sólo alimentan y chequean a los animales, sino que también tienen derecho a paseos semanales en las instalaciones que están en las afueras de la ciudad. Cuando volvimos a vernos, lucía perfecta: ni un gramo más, ni uno menos. No estaba sucia ni herida y brincaba de la felicidad apenas salió de la jaula.
Para comenzar la vida citadina, es necesario pagar mil kuáis en impuestos de entrada (equivalente a mil bolívares fuertes), y otros mil por impuestos anuales durante su registro en la Policía, trámite obligatorio para las mascotas que viven en la capital.
Su vida desde entonces transcurre sin anomalías. Al principio pensaba que había horarios determinados para salir a pasear, pero sólo aplican para perros de mayor tamaño, elemento que quizás explica que sólo veamos canes pequeños en las calles.
En la ciudad hay cualquier cantidad de tiendas de mascotas y clínicas veterinarias, cuya variante es que por no hablar chino -como en la mayoría de los casos- se paga caro, entiéndase doble y hasta triple de la tarifa por consultas y medicinas que cancelan los locales. Existen las mismas marcas de alimentos, así como juguetes, galletas y accesorios de todo tipo. También hay parques temáticos sólo para ellos, de los cuales aún no hemos podido disfrutar por el temor de esta servidora a los hábitos antisociales de Bubú.
Vale decir que el proceso de adaptación de la peluda pasa por hacer enemigos y no amigos. Ya ha protagonizado dos peleas callejeras de las cuales ha salido triunfante y campante, es decir se ha abalanzado sobre dos congéneres del conjunto residencial, uno de ellos de unos aproximados 10 centímetros de alto y 100 gramos de peso.
Lógicamente hay excentricidades chinesas en la relación perro-hombre, como la moda de transformarlos en otros animales: osos pandas, tigres y hasta tortugas. Según un reportaje publicado meses atrás en la prensa local, por un nada módico precio, algunas agencias se encargan de dar estos «exóticos» looks a los perros. Por supuesto, aseguran que los litros de pintura utilizados en la transformación no son tóxicos ni generan daños de ningún tipo en el animal, que como siempre, tiene voz pero nadie la entiende.

A comienzos de junio de este año, este perro-tigre, junto a otros cuatro peludos transformados en pandas, fueron la atracción principal de la inauguración de un parque para mascotas en Zhengzhou, provincia de Henan. (ChinaFotoPress)

Estos perros-pandas fueron los acompañantes del perro-tigre y los ganchos publicitarios del nuevo parque temático (ChinaFotoPress)
En Pekín, las peluquerías caninas cobran entre 7 dólares (por teñir una oreja) hasta 300 (el extreme makeover), trabajos que duran, en promedio, medio año. Es justo reconocer que estas tendencias no son práctica exclusiva de la China contemporánea -para muestra vean al desafortunado perro tortuga ninja-, pero sí reflejan el cambio social y económico del país famoso en nuestros predios por comerse de cena a los mejores amigos del hombre.
jejeje..que lindo Bubu, pero también me gustan los perros-panda y el tortuga-ninja…aunque solo por disfraz, me imagino lo que sufren con el teñido, corte, olor…sin contar que si se ven en un espejo no se reconocen
Sí, pobres animalejos que no deben entender ese extreme makeover. Es que la gente cree que todos disfrutan la peluquería como nosotras jajajaja
Wow… qué interesante historia y todos los trámites y la travesía que tuvo que hacer «bubu» para acompañarte hasta China….
Tambien debo llevar mi perro a China desde Lima Peru, me informan que es necesario tener una visa de residente? no se puede ingresar con la visa de turismo?
Creo que es necesario una visa de residente. Si vas a pasear no vale la pena porque el perro debe pasar 40 días en cuarentena así que es una opción sólo para personas que van a vivir allá.
Buenas noches , Donald, al fin pudiste viajar con tu perro y tu visa de turista , estoy en la misma situación , me voy sólo por 6 meses , pero me quiero llevar a mi perro , es mucho tiempo para mi ¡¡¡
wuaooo lloree… Yo estoy cuadrando para irme a vivir a Guangzhou y no quiero dejar a mi churrita, pero diooss que nervios por todo lo que paso bubu. Sin visa de residente no hay chance de llevármela?
No estoy segura actualmente, creo que es más complicado, pero si vas a vivir tal vez no sería problema. Disculpa la demora en responder
Hola Pau, aun en CHINA? , yo viajo a Guangzhou por 6 meses con visa de turista , me quiero llevar a mi Rodolfo ( maltes ) , pero que dolor cuando leí en tu blog que no se puede si no tengo visa de residente, con quien averiguo? , en la embajada de CHINA en bogotá no me supieron decir