Alguien orinó en mi sofá!

6 Abr

Exhibición de sofás de Ikea. De izquierda a derecha: mujer durmiendo en un cómodo sofá de tres sillas. Hombre observando el precio del mueble blanco de al lado. Mujer tomando foto a la amiga que aprovecha el escenario como fondo para su postal dominguera

Despunta la primavera, el día amanece caliente y asoleado, domingo perfecto para… Ikea! Que mejor plan para un domingo primaveral y feriado que ir a la sede local de la tienda sueca de muebles y decoración. Un galpón de proporciones chinas -entiéndase gigante- con tres pisos de exhibiciones y mercancía. El espacio es tan grande que hasta tienen modelos de apartamentos de no más de 40 metros cuadrados para que los clientes copien ideas de distribución interior.

La propuesta de nuestro arrendatario incluía ir juntos a comprar los muebles del apartamento con un presupuesto pre determinado. Así que a las 10 de la mañana comenzó la experiencia antropológica en el tercer piso del galpón. No habíamos superado la exhibición de sofás cuando la intermediaria del dueño entendió que ir a Ikea constituye un paseo dominical, cuasi tradicional, en esta ciudad. Manadas de personas, carritos en mano, pululan en el laberinto que la tienda construyó como caminería para recorrer todos los departamentos de cabo a rabo y obligar a quiénes sólo van por una lámpara o un estante a ver todas las secciones con la potencial posibilidad de sucumbir a alguna tentación que no estaba en el plan.

Facturamos el sofá rápidamente y su cara comienza a descomponerse en una expresión de «yo aquí no me quedo». La sonriente empleada de la agencia -que hacía las veces de intérprete, de intérprete de la voluntad de los arrendatarios- me dice que la intermediaria no está muy de ganas de quedarse y que mejor yo haga las compras sola. Ahí soy yo quien entiende que caí redonda en una emboscada. Así sin más fijan un monto de dinero y desaparecen.

Sin más remedio tomo una bolsa y continúo en mi camino hacia la estación de bibliotecas. Marco gabinetes, bibliotecas y sigo. Para quién no ha comprado en Ikea, el sistema es sencillo: Luego de escoger el producto debe revisar la etiqueta bilingüe, si es self service debe anotar el código y ubicación para luego retirar la caja en el primer piso; si la etiqueta indica que debe buscar a un empleado, ellos le harán una factura que deberá cancelar en caja y luego entregar en la zona de despacho. El resto de productos se toman de los estantes y se lanzan al carrito o bolsa.

La caminería está dispuesta en un solo sentido, esto quiere decir que nadie le impide regresar al departamento que dejó atrás, pero sabrá que es en contra vía y que lo está haciendo bajo su propio riesgo. La experiencia es similar a intentar salir de la primera fila de un espectáculo en pleno apogeo.

Continúo a la sección de escritorios. Tengo oportunidad de ver las combinaciones de escritorios con modelos espontáneos, todo mundo ocupa alguna silla. Algunos charlan, otros toman unos minutos de descanso, y también hay quienes utilizan el espacio como fondo para ser fotografiados. Las cámaras abundan entre la clientela, algunos se retratan en estos escenarios que diseña la tienda para promocionar sus productos, pero otros van recogiendo imágenes de sillas, mesas, gavetas, gabinetes, quizás quieren tener ideas previas antes de comprar, quizás, ideas previas antes de copiar.

Comedores. Familias enteras sentadas en los juegos de comedor ensamblados como parte de la exhibición. Conversan cual sobremesa cualquiera. Paradójicamente yo ni siquiera pruebo el juego de sillas antes de facturar. Mal no? pero con tanta gente utilizando todos los muebles, me siento extraña haciendo lo mismo.

Cocina. No hay sillas ni butacas, así que las exhibiciones son considerablemente más despejadas. Es posible elegir, con calma, entre vasos, platos, accesorios, utensilios y otras variedades del ramo. Break para comer. Cansada de cargar la bolsa de compras, peleo por un carrito. A la primera me ganan, a la segunda yo gano. La alegría es efímera, justo en ese momento un empleado me informa que debo dejar mi carrito en un estacionamiento junto al restaurante si quiero comer. Anudo la bolsa al carrito con pericia de marinero para evitar que alguien me despoje de mis ruedas. La cola para comprar un menú es irremediable así que voy al primer piso por unos perros calientes baratones, y regreso para descubrir que, en efecto no pudieron desanudar mi bolsa, es por eso que se la llevaron al robarme el carrito. Peleo hasta el cansancio pero es inútil. Como también había dejado mi lista de códigos para retirar en planta baja, debo retroceder y empezar todo de nuevo. Bibliotecas, escritorios, comedores, cocina.

Cuartos. Los potenciales clientes se dan banquete acostándose en cuanto colchón o cama consiguen en el show room, y vaya que hay lugar entre las camas dobles, queen size, individuales y king size. Adicionalmente están los diferentes tipos de colchones y colchonetas. No es fácil abrirse espacio para probar la futura compra. Un hombre duerme en una cama, lista de compras en mano. Otros se fotografian. Cuando me decido voy al contador y pido para el empleado facturar todo. Me pregunta por un código que no diviso a distancia, voy a chequear y al volver, dos segundos más tarde, un sujeto está a punto de pegarme porque según él, yo debía esperar otro turno. Compro la discusión y el empleado media entre ambos. El hombre se va no sin antes descargar todo su odio a través de la mirada. Qué más da? qué es una pinta más para un tigre? Ser extranjero aquí es vestir a diario de animal print!

Bajo al segundo piso. Baños. Otro show room afortunado, pocos están admirando las combinaciones de espejos y gabinetes. La compra furtiva de la sección son los cepillos y accesorios de baño. Tropiezo con un carrito y surge un perro de una cartera. Sí, un guau guau de carne y hueso. Recorro a toda prisa las secciones de textiles, luminarias, infantiles y jardinería.

Fabiano llega. Decidimos volver a la zona de sofás para probar el elegido. Es imposible. Una chica duerme completamente acostada en él. A su lado un hombre chequea precios, y unos centímetros más a la derecha, dos chicas prueban el mejor ángulo para la foto dominguera. Intentar sentarse en alguno de los muebles exige los mismos reflejos que el juego de la sillita: tan pronto uno se levanta hay que correr a tomar su puesto. Una empleada molestísima irrumpe la improvisada hora de la siesta de todo mundo. Golpeando con un cojín los muebles levanta hasta a la soñolienta Blanca Nieves que dormitaba plácida en el modelito de tres puestos. Me pide que la siga para ayudarme con la compra del sillón y va a su camino retirando cojines fuera de lugar. De pronto levanta uno de un mueble blanco ostra y encuentra debajo una mancha de humedad. Cara de asco y el consiguiente grito «alguien orinó en mi sofá!». Le preguntó que si tendrá que limpiar eso y también por qué permiten a todo mundo pasar horas durmiendo o haciendo vida en estos simulacros de casa. Con sonrisa frustrada me replica «tú eres nueva en China, no sabes como es esto, no eres de aquí, pero a nosotros no nos queda más que SUFRIRLO!» (Nota del autor: las mayúsculas representan incremento del tono de voz).

Bajamos al primer piso para iniciar la carga de los muebles que vienen tal cual el comercial, todas las piezas se venden por separado. Caja aquí, caja allá, cuando no cabe más en ningún carrito y no hay una cosa más que tomar, vamos a la caja. Cola, qué más si no? Nos tratan de colear tres veces consecutivas, qué novedad… Veinte minutos en espera, sorpresa… Superamos la caja y vamos a la sección de despacho. Cola, qué más si no? Un sujeto trata de colearnos, qué novedad… Media hora en espera, sorpresa…Completamos el trámite y nos vamos a la parada de taxis. Cola, qué más si no? Nadie nos adelanta y apenas tardamos cinco minutos en llegar al carro, NOVEDAD! SORPRESA!

PD.: La chica sí tuvo que limpiar el sofá.

2 respuestas hasta “Alguien orinó en mi sofá!”

  1. Blanca abril 7, 2011 a 11:22 AM #

    En una sociedad tan civilizada, como es posible que la gente se duerma en las camas en venta y se sienten en las sillas? aquí eso no se permite? Ikea es una nota, verdad?

    • Paula Ramón abril 8, 2011 a 8:05 PM #

      Ikea ES una nota jajajajaja pues a mi me parece buena idea que tengan la exhibición para que tú veas todo en proporción y pues experimentes los colchones y los sofás, pero de ahí a acostarse a roncar como mucho no? yo que no entiendo como tienen esa paciencia, pero es la postal diaria en esa tienda…

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