La mudanza trae consigo mil y un trajines. El servicio de cable que atiende el sector de la nueva casa no incluye entre su paquete canales internacionales, así que con mi chino (in) fluente me voy en busca de un equipo de DVD.
Ojeo aparatos en la tienda y una vendedora me increpa. Apenas le confirmo que quiero un equipo de DVD, comienza la charla de buena vendedora. Primera observación: Las marcas extranjeras no siempre reproducen copias. Segunda observación: Las chinas sí. Por increíble que parezca la diferencia de precios entre la opción local y la extranjera no es muy grande. Mi reticencia, casi genética, a elegir una firma china sobre una conocida me mantiene dudando.
Mientras pienso en aquella consigna que me infiltraron desde pequeña sobre los artefactos electrónicos que rezaba «chino, malo y barato; japonés, bueno y caro», otra cliente se acerca al mismo estante. La vendedora va a por ella con la misma plática, y ella parece responder con mi exacta desconfianza. No le quita los ojos de encima a los importados y desestima por completo los locales, no importa la explicación de la vendedora.
Finalmente, luego de probar cinco discos y tres equipos, y de consultar a la audiencia, decanto por un Blue Ray, importado toca porque la empresa local todavía no desarrolla esta tecnología. Pago y cargo mi caja. Pero no es todo, la empleada me cuenta que el aparato no incluye el cable de alta definición.
Me lleva hacia la sección de cables y me explica que si yo pago en efectivo ella tiene uno a mitad de precio. Le digo que sí, y vamos a su escritorio. Allí, como Pedro Navaja, mira pa’ un lado, mira pa’l otro y no ve a nadie, saca el cable, toma el dinero, y me despide con una sonrisa de buena vendedora plus un set triple de películas, también, «cortesía de la casa».
Nooooooooooo, que china tan vagabunda, mas tracalera…jajajajajajajaja
jajajajaja la gente tiene que ganarse la vida Blanquita!