Hachi-ko’s Exit

2 May

La «Hachi-ko’s Exit» está debidamente señalizada dentro de la abarrotada estación de tren de Shibuya. Cercana a la zona de bares y de compras, es un punto de encuentro para una muchedumbre de jóvenes. Quizás uno de las muestras más evidentes de su multitudinaria concurrencia sea el cruce de Shibuya. Una suerte de homenaje a los peatones, el cruce paraliza al unísono  cuatro vías de automóviles y activa cinco congestionados pasos cebras simultáneamente durante un minuto.

Kaneto Shindô escribió el guión de «Hachi-ko monogatari», película japonesa estrenada en 1987 cuya trama narraba la lealtad de un perro que esperó en una estación de tren durante una década a su dueño luego de que éste falleciera impartiendo clases en la Universidad de Tokio. En 2009, su guión fue la base del remake norteamericano de la historia, «Hachi: A dog’s tale», sin final feliz a pesar de ser protagonizada por Richard Gere.

La historia transcurrió en 1924, cuando este perro Akita fue entregado a un profesor de la Universidad de Tokio. Durante un año el animal acompañó a su dueño hasta la estación de tren de Shibuya y luego volvía por él para ir a casa. Un día el profesor Hidesaburo Ueno murió de un derrame cerebral en medio de una clase y el animal fue regalado a otra persona en el distrito de Asakusa. El perro se escapó y eventualmente retornó a la plazoleta frente a la estación de tren.

Alimentado por los vecinos de la zona, se mantuvo año tras año frente a la estación. La historia circuló en un diario local en 1932, y dos años más tarde, junto a él fue colocada una estatua en su honor. Hachi-ko moriría un año después y sería enterrado al lado de su dueño. La estatua fue retirada en 1944 para fundirla y reutilizar el material en medio de las demandas bélicas del momento. Cuatro años después colocarían un nuevo monumento en la plazoleta.

La estatua de bronce de Hachi-ko en la salida de Shibuya. También existe una réplica del perro en el Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia de Tokio en el Parque Ueno

Durante la ceremonia inaugural de la segunda estatua, una niña de tercer grado fue invitada a destaparla junto con otros chicos de varias escuelas internacionales. Ella, Atsuko Hajima, escribió en su pedestal «Perro fiel Hachi-ko». Medio siglo después, entrevistada por el Japan Times, contaría que durante aquellos años su madre le diría que «si la paz continúa, la estatua nunca desaparecerá». Acertada o no, lo cierto es que misturada entre las centenas de personas que día a día transitan la zona, la réplica de bronce de un Hachi-ko sentado, mirando al horizonte, con una oreja ligeramente caída, ha permanecido allí durante más de 60 años.

3 respuestas hasta “Hachi-ko’s Exit”

  1. Nazareth mayo 29, 2012 a 10:10 AM #

    Saludos desde Venezuela Pau! Te leo como desde hace dos semanas! me encanta leer tus Asia-aventuras 😀 y admiro mucho tu coraje y viveza para desenvolverte en un país tan lejano, diferente y apenas machucando el idioma! Ah, y sin arepas! Pero como siempre, venezolano que se respeta; resuelve!! jajaja! Besos y abrazos desde tu país, sigue adelante mujer!

    • Pau mayo 29, 2012 a 1:13 PM #

      Muchas gracias! saludos!

  2. larkincabreraLarkin abril 17, 2016 a 9:51 AM #

    Estas en china y eres de venezuela?? que bueno una de mis meta es irme a tomar una foto con hachi!!!

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