Y Venezuela me supo como nunca

12 May

No sé porque eligieron el color morado para cubrir esta delicia de postre, pero les aseguro que era el más lindo de la vitrina. Hecho con 70% de cacao venezolano, es una divinura!

Colombia es el cuarto productor de café del mundo. Si bien en sacos está cerca de Indonesia -tercero del ranking-, se encuentra considerablemente alejado del número 2, Vietnam, y a distancias remotas de Brasil, el primero de la lista. Estadísticas aparte, los neogranadinos han logrado -gracias a la magia del marketing– que su nombre sea sinónimo de café. El rostro de Juan Valdez, poncho al hombro, sobre su mula Conchita, le ha dado la vuelta al mundo difundiendo no sólo un producto, sino una imagen que representa la vida en los cultivos cafetaleros del vecino país.

Si bien Venezuela no entra ni entre los doce primeros países productores de cacao, es innegable que una buena estrategia publicitaria hubiese servido para enlazar, al menos mentalmente, su nombre al chocolate. Quizás sea porque las playas de Chuao -cuna de las plantaciones de cacao del país- contrastan considerablemente con una barra de chocolate, y más se prestan para forjar la imagen de una cerveza o cualquier bebida fría. Después de todo, quién va al Caribe a comer chocolate?

Quiso el destino que dos de las mejores cosas que hay en el país -ron y chocolate- sean calientes y choquen con nuestra ya intravenosa calentura, así que fuera de nuestros límites es mucho más fácil asociarnos a un concurso de belleza (a pesar de que la media nacional dista del 1,80 y el 90, 60, 90) que con ese cacao que derrite paladares, o con el güisqui que importamos en cantidades industriales en lugar del ron que producimos y que ha sido históricamente desplazado de las mesas.

Con la licencia de los publicistas de la Mastercard: Una torta en uno de los centros comerciales más caros de la ciudad: 40HK$, comerse a Venezuela a 15 mil kilómetros de distancia: no tiene precio

En nada de esto reflexionaba yo durante mi segunda mañana en Hong Kong mientras buscaba un lugar para desayunar en el gigantesco International Financial Centre. De pronto topé con un café del agnès b., y me abalancé a la lista de sándwiches. Porque mi hambre siempre es salada y nunca es dulce, me salté olímpicamente la sección de pastelería que, paradójicamente, terminaría siendo mi centro de atención. Allí, junto a las otras tortas de la casa, estaba «Venezuela» que debía su nombre al ingrediente central: es hecho con 70% de chocolate venezolano. Supo a gloria, debo reconocer que esta vez, Venezuela me supo como nunca.

2 respuestas hasta “Y Venezuela me supo como nunca”

  1. ADRIANA RODRÍGUEZ mayo 23, 2011 a 7:21 PM #

    PAULITA QUE RICO LEER ESTO QUE ESCRIBISTE, DE VERDAD QUE ESTAR FUERA Y DISFRUTAR ALGO DE NOSOTROS LOS VNEZOLANOS NO TIENE PRECIO, SALUDOS LINDA SIGUE DISFRUTANDO Y RECORRIENDO. MUACK BESOS

    • Paula Ramón mayo 24, 2011 a 7:54 PM #

      Adri!!! es así chiquilla!!! muchos besos para ti, espero que estés muy bien!! un gran abrazo!!!!!

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