
Con la inminencia del otoño, las hojas de los árboles van formando alfombras color naranja que los barrenderos deben enfrentar a diario. Las armas? paciencia, un balde cuadrado de metal y una escoba de paja, no parece tarea sencilla, pero es una de las postales cotidianas de la capital de la segunda economía del mundo
Todo el mundo tiene una en casa, nadie se fija con mucho detalle desde cuándo o cada cuánto tiempo la cambia: sus cerdas estragan y llega una nueva. Nadie presta mucha atención a si es blanca, azul o fucsia, tampoco a si el mango es de madera, metal o plástico. Aunque existan unos modelos más estilizados que otros, el diseño de escobas no avanza a la velocidad que otros rubros del mercado como los cepillos para limpiar la silla del sanitario, que fuera de su uso tradicional han absorbido un componente decorativo debido a sus posición estratégica en el baño.
Pero no la escoba. La escoba siempre está en el patio, cuarto de limpieza o detrás de alguna cosa. Yo nunca reparé en una escoba antes. Puedo recordar el color de mi cama, el tamaño de la olla de arroz o la marca de licuadora que usaba, pero ni idea de cómo era mi escoba en mi última residencia en Caracas.
La primera vez que hice asunto sobre el simple acto de comprar una escoba fue cuando llegué a Pekín. Desde entonces la escoba se volvió tema. Compré mis primeros utensilios de limpieza en un Walmart. Aunque no sabía decir más de «hola» no era difícil escoger esponjas, mopas, baldes y otros menesteres de la vida cotidiana. El asunto se enredaba, sí, al momento de buscar detergentes y otros químicos limpiadores. El diseño gráfico ha hecho mucho en este campo y gracias a los dibujos la selección no es tan dura. Si bien que entre pulidor de piso de madera y limpiador de piso de madera el asunto hasta con dibujos se vuelve cuesta arriba.
Cuando llegué al estante de las escobas la compra perdió su ágil ritmo. No había escoba para barrer cuyo mango midiera más de un metro de altura. Los mangos adaptables que se vendían por separado tenían la misma característica: eran liliputienses. No soy alta pero todavía con mi metro y 59 no hay manera cómoda de barrer una sala con la carente herramienta. Habría escasez, pensé. No es un pensamiento errado, puesto que vengo de un país donde lo único que no escasea es la delincuencia.
Fui a otro supermercado y me topé con lo mismo: más mini escobas. Por qué alguien diseñaría escobas tan pequeñas en cantidades industriales? El mismo resultado tienda tras tienda. Después de ver a la señora que limpiaba en casa pulir el piso manualmente, calculé que el asunto de la limpieza era todo menos un oficio sin sufrimiento.
Meses después, husmeando en el abasto del condominio hallé un milagro: una escoba con mango de metro y medio. Emocionada la compré y llevé a casa en seguida. Mi emoción no fue compartida por la ayi (tía, según traducción literal del mandarín, y forma de llamar a la señora que hace limpieza en casa o cuida de los niños). Me miró con cara de «compraste una escoba nueva, y?».
A las dos semanas la vi de nuevo barriendo con la mini escoba. La grande pasó a ser objeto de museo escondida detrás de la lavadora. No es de sorprender, después de todo, quiénes limpian las calles lo hacen con escobas de paja o armados con unas enormes pinzas que usan para tomar los papeles y las colillas de cigarro que van depositando en un balde de metal que llevan junto.
Con el tiempo noté que sí existen en el mercado escobas largas, pero tan cargadas de diseño y color que su valor monetario aumenta hasta 10 veces más. Estas sutilezas tornan la elección de una escoba en una ciencia inexacta que, para ser básicos, se decanta entre tener «la» escoba o «esa» aspirante a escoba. Opté por comprar una aspiradora.
Hiciste que recordara que una vez en mi inocencia infantil le pedí una escoba de regalo a mi mama porque la de la casa era muy grande para mi y me compraron una de esas escobas minúsculas con la que no dure mucho porque al primer estiron (y tuve varios para llegar a mi metro setenta y dos) dejo de ser útil. Todavía debe andar en algún lugar de la casa,supongo que como casi todo debe ser «made in china»
jajajajaja seguro que es!
Hola !
descubri tu blog de casualidad porque soy periodista. Trajabjo para Radio Francia Internacional y estoy buscando a alguien que viva en Pekin y me pueda contar como es vivir con ese pico de contaminacion Seria una entrevista breve por telefono de unos 10 minutos. El unico tema es que tiene que ser hoy. Si no te molesta, mandame tu telefono y te llamo a la hora que vos digas. Muchas gracias !
Marine
Hola, vivo en Tianjin desde hace 10 años. Soy venezolana. No sé cómo llegué a tu blog, pero me gusta mucho. Ya ví tu botón para seguir y me voy a anotar.
Lo de las escobas para mí es incomprensible. Aquí en Tianjin no he encontrado ninguna de tamaño normal. Soy todas así recortadas, como si para enanos. Mi ayi es alta, y cuando barre tiene que doblarse o sea que tiene que ser incómodo. Además que no se pueden agarrar éstas mini-escobas con ambas manos, ¿verdad? Hay que tomarla de una mano solamente y así no se puede barrer duro. Me puse a estudiar a ayi el otro día para captarle la técnica y me dí cuenta de que la escoba es solo para recoger un poquito de polvo o de migas. Para limpiar limpiar ella usa la mopa, que por cierto es de un alto normal.
Saludos, Josianne
Hola! que bien que te gusta el blog… y estamos cerca además… yo fui a Tianjin de visita el año pasado, en tren apenas media hora… ya estoy checando tu blog y está muy bueno! voy a seguirlo también!
A la orden en Beijing! bueno saber que hay gente cerca!
Saludos!