Para lidiar con el fuego del Dragón

25 Ene

Y sí, que no es novedad, que todo mundo ya está enterado de que en China ya cayó la última hoja del calendario y que los conejos se han vuelto a la cueva para dejar a los dragones hacerse con la suerte de esta nueva época. Pero que mejor momento que éste para desempolvar un poco por aquí, tirar los tejidos de las arañas virtuales y actualizar el espacio?

Todos usamos el año nuevo como punto de comienzo o de re comienzo, y qué chance la mía de tener dos seguidos -espaciados por unas tres semanas- para comenzar y re comenzar.

La visita a casa – o a casas, porque con tanta mudanza sólo se ganan más casas- me mantuvo ausente del teclado, y obvio de la cotidianidad pequinesa. Sin embargo, durante mi estadía por el trópico, seguí el avance del invierno sólo que a través de un widget.

Ya en la vuelta, me atrapa la sensación de que mi líquido corporal se quedó en el aeropuerto junto con mi tarjeta de inmigración. Kilos de crema y litros de agua no evitan que mi piel -hecha en humedades- sufra los quebrantos de la aridez que rige la época por estos lados.

Volví a China con el año nuevo. Como en cualquier capital inundada de inmigrantes que en tiempos de fiestas vuelven a casa, amplias calles vacías me dieron la bienvenida.

Una falsa ilusión me hizo creer que a dos días de regresar, el huso horario no me estaba afectando los sentidos. Desperté en seco a las 7 de la mañana y me mantuve en pie hasta las 4 de la tarde cuando sucumbí en el sofá para una «siestita» de media hora. Dos horas después dormía con la profundidad de quien trasnochó y con la complicidad del atardecer tempranero de los días invernales.

Ahora contemplo el rezago de los fuegos artificiales que continúan ardiendo en la ciudad para garantizar los buenos augurios durante el año del Dragón. «Rezago» es, lo menos, una licencia poética que me tomo para englobar a explosiones ininterrumpidas y simultáneas que hacen imposible obviar la fecha.

Los bombardeos y colores menguarán con la semana y el próximo lunes la rutina en Pekín no olerá ni sonará más a pólvora. Mientras tanto, como precaución, y para controlar los excesos que pueda ocasionar el desmedido fuego del Dragón, los extintores aportan otro toque rojo en algunos lugares de la ciudad.

No quise usar otro video de fuegos artificiales, y menos lanzarme una de foto. Preferí la coreografía de extintores que, a uno por metro, dan cuenta de las proporciones del fuego del Dragón

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