
En los tiempos que corren, las novias trajeadas de blanco parecen salir de cada esquina en la China contemporánea
La semana pasada fui al parque. En los días de cielo gris -la mayoría del año- el encuentro con la naturaleza no es refrescante. Es, más bien, como ver el mundo con cataratas, una nube color plomo que se atraviesa entre los ojos y el escenario. El gris del agua se funde con el gris del cielo y transforma el horizonte en algo borroso e impreciso.
Pero no todos nacen en tierras donde el tecnicolor marca la perspectiva, y supongo que aplicando la máxima de «esto es lo que hay», una tarde de sábado es propicia para que novias y novios se lancen a los parques a retratarse para armar su álbum de bodas.
En China todo es acerca del rojo, la buena suerte está teñida de escarlata, pero con la apertura y las oleadas de extranjeros pisando suelo oriental, el blanco se ha convertido poco a poco en un gusto adquirido, un ritual prenupcial que luce bien ante el lente. El rojo, como la procesión, va por dentro, o por debajo, para la buena suerte. No hay ceremonia eclesiástica, sólo fotos posadas en exteriores naturales o de concreto.
Un ejercicio realista o una total dislocación de sentido? Dejando a un lado el debate sobre banalidades y espiritualidades, lo cierto es que el amor no escasea por estos lares -o la disposición al compromiso- y que las mujeres están en la onda de Rocío Durcal y su grito musical de querer casarse «vestida de blanco».
Éste es un país de proporciones grandes, y en temas conyugales parece no ser la excepción. La semana pasada, mientras viraba la vista del gramado al lago pude contar cinco novias posando ante las cámaras. Otras tres aparecieron en mi ángulo como si de un déja vu se tratase: una salía de un ritual para la buena suerte, otra caminaba por la vera del parque y una tercera arrojaba ofrendas al agua.
Las novias a la orden del día. Y es que hay tardes en la China contemporánea donde la contaminación no es lo único que está en el aire.
Parecen unos espantos chica. Tipo la llorona o el cuento ese de la novia muerta esa que pide cola
Hahahahaha exagerada!