Para que se hagan una idea, el Ritan Park tiene casi tanta historia como la América post descubrimiento, y es que cuando levantaban este altar de sacrificios en estas latitudes, por las nuestras los españoles apenas comenzaban su reinado. Como buena parte de la más antigua arquitectura de Pekín, el también conocido como Templo del Sol fue destruido durante los comienzos del siglo 20 y posteriormente reconstruido.
En los tiempos que corren, cuenta con área de ejercicios, montón de verdes para pasear y jugar a ser fotógrafos, pequeños lagos, restaurantes, y si echan buen ojo, unas mini-tiendas de ropa, zapatos y accesorios.
Quiénes siguen el blog, recordarán el Ritan que les mostré en invierno: esencialmente una pista de patinaje. Lo bueno -o malo?- de las estaciones es que transforman los escenarios y sus utilidades. En primavera los chicos van a la misma locación con sus padres pero en vez de rentar trineos, pagan por cañas de pescar y se sientan en la orilla de la laguna a cazar a los incautos peces dorados que caigan en sus anzuelos. No entiendo mucho la utilidad del asunto, pero ellos parecen estar más claros que yo al respecto y van amontonando en poncheras plásticas cuánta víctima, literalmente, pescan.
Durante estos meses el Ritan Park -ubicado en la zona de las embajadas- es un lugar excelente para pasar el día, sobre todo si es uno de esos privilegiados sin contaminación y cielo azul. Este domingo fue uno de esos, aire oficialmente respirable, 25 grados de temperatura y cero lluvia.
Recién comentaba en uno de los blogs que asisto que para un desayuno tardío de domingo, contrario a ese abanico que encontré en Caracas, en la Pekín contemporánea y cosmopolita nada veo que me invite a empezar el fin de la semana. Puede ser terquedad o empeño comparativo imbuido de ese «nada como lo nuestro».
El almuerzo y la cena son otros asuntos. En primavera y verano en esta ciudad un sinfín de terrazas se descubren para tentarnos a comer y beber, y el Xiao Wang Fu ubicado dentro del Ritan Park tiene una de esas veredas que merecen la espera. Un menú de comida típica con los imperdibles de las costillitas de puerco y de unas vainitas sazonadas con carne sazonan la experiencia en demasía.
Luego de la comida no hace falta andar mucho para hacerse con una banca a la sombra, leer un poco o dormir la siesta digestiva. Montón de señores y señoras juegan a las cartas con la intensidad de una partida decisiva usando por mesa las papeleras temáticas del parque. También hay quiénes aprovechan el sosiego del lugar para meditar, para romancear o para ejercitarse. La compañía de mascotas es lo único que está prohibido en un domingo de Ritan.