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El año nuevo no inició, explotó!

4 Feb

Si tuviera que describir la celebración del año nuevo en Pekín en apenas un par de líneas, diría que es una descarga sucesiva de explosiones que ilumina el cielo por, al menos, media hora sin pausas, aderezada con cantidades industriales de comida y bebida.

El ambiente en las vísperas es muy similar al que podemos vivir nosotros en nuestro 31 de diciembre. Con la mayoría de los comercios cerrados, permanecen en las calles algunas ventas de frutas y tarantines improvisados repletos de fuegos artificiales, algunos de ellos abiertos hasta, incluso, pasada la medianoche.

Invitados a participar de la celebración familiar en casa del intérprete, el pasado 2 de febrero -último día del año del Tigre- nos dispusimos a pasar una velada de mucho comer y beber. Nos lanzamos alguna prenda roja encima para atraer la buena fortuna y cruzamos la ciudad, ya sumergida en ese ambiente festivo que suelen crear los cohetones.

Los regalos tradicionales para contribuir con esta importantísima cena suelen ser una botella de Baijiú -el famoso licor local y que se traduce, si mi mandarín no me falla, en «alcohol blanco» -, frutas o un viejo vino chino. Pese a la recomendación, los occidentales nos aparecimos con chocolates y vino tinto francés, además de los obsequios personales que, siguiendo la costumbre, fueron guardados para abrir sólo cuando los visitantes nos fuéramos de casa.

No es más que entrar a la casa de nuestros anfitriones para descubrir una mesa atiborrada de frutas, semillas y dulces. El té de jazmín se anuncia con el aroma que emana de la jarra, cuyo peculiar mecanismo de filtrado se convertirá, horas y tragos más tarde, en atracción de la noche.

La recepción fue con frutas y semillas, junto con el infaltable té

Mientras los invitados degustamos frutas y semillas, los anfitriones comienzan a traer platos de la cocina. Pollo ahumado frío -del cual nos aconsejan empezar con los muslos y cerrar con la pechuga, para la digestión-, carne guisada con vainitas, pollo guisado con pimentón, patitas de puerco frías, costillitas de puerco agridulces, coles con noodles de arroz, pescado frito, raíces de loto cocidas, y tocino frito con ajo y jengibre, plato que -según nos cuentan- en los años duros de China, sólo Mao Zedong tenía el privilegio de degustar.

Proteínas en todas las formas y presentaciones, y la cerveza al fondo esperando para ser servida al terminar las botellas de alcohol

El padre del intérprete, con 49 años, recuerda que en décadas atrás las celebraciones eran austeras y garantizar la tradicional cena de año nuevo exigía sacrificio familiar. Medio siglo después de la famosa hambruna que cobrara unas 30 millones de vidas en China, en esta humilde casa de Pekín la preocupación no es más si alcanzará la comida, sino si habrá estómago suficiente para agradecer la hospitalidad de los anfitriones. Servidos los platos y el té, sólo falta el alcohol. Los hombres empiezan la jornada con un licor de Mongolia con más de 50 grados de alcohol, y para las mujeres la noche inicia con vino chino.

Pasado el primer brindis, toca comer. Entre los bocados los brindis van y vienen. El intérprete nos cuenta que una forma de demostrar respeto por los otros es colocar el vaso o copa más abajo que el resto al momento de chocarlos, esto, por supuesto, termina siendo una competencia espontánea con límites impuestos por la mesa que no permite bajar ni un centímetro más los vasos.

Luego de quién sabe cuántos «gan bei» (palabra en mandarín utilizada para el brindis) noto que soy la única de la mesa que no vacía la copa en un sólo trago, y allí me advierten que «gan bei» no es similar a nuestro «salud» sino más parecido literalmente hablando a nuestro «fondo blanco», entonces cada vez que ellos chocan cristales y gritaban al unísono «gan bei«, mi deber patrio era darle hasta al fondo. Obviamente preferí pasar por mal educada que terminar dos botellas de vino en tres horas. Caso contrario el de Fabiano, cuyos modales fueron tan ejemplares que antes de las doce había tomado tres vasos del alcohol de Mongolia, dos de Baijiú aderezado, y cuatro cervezas.

Cuando no entraba un bocado ni una gota más, llegó la hora de hacer los dumplings, el plato especial de la noche. Aunque ya tienen la masa y el relleno adelantado, la elaboración es en familia. Se coloca una moneda dentro de uno de los pastelitos y quien tome del bol el bocadillo premiado sabrá que tiene la suerte de su lado en este nuevo año.

Nuestro anfitrión preparando los famosos dumplings. Al fondo el programa televisivo más importante de la fecha, una gala con música, baile y actuación transmitida por la televisora estatal CCTV

No hubo conteo, ni un faltan cinco pa’ las doce. La medianoche arribó súbitamente mientras terminábamos los pastelitos, y dejamos la cocina para ir a la calle. Todo mundo asemeja la sensación del cañonazo chino con la de estar en un campo de guerra, pero como yo nunca estuve en uno, más bien puedo contar que la descarga de colores y explosiones era de un calibre tal que ni tapándose los oídos era posible dejar de escuchar. Se supone que encender estos fuegos artificiales granjea buena fortuna para el año que comienza, así que patrocinada por mis anfitriones no vacilé en encender algunos morteros y cadenas de traqui-traquis.

Nadie paró. Media hora consecutiva de bum! bam! track! bum! pum! pam!. En medio de la euforia, pareciera increíble pensar que tan sólo un año atrás, un accidente con fuegos artificiales arrasó con parte del nuevo complejo sede de la televisora estatal CCTV. En todo caso, si la conseja es cierta, creo que Pekín alejó todas las malas vibraciones de por lo menos una década. Evidentemente impresionados escuchamos al intérprete decir que en su cuadra este cañonazo chino no se prolonga por mucho tiempo, en tanto que en otras comunidades las demostraciones de pólvora duran hasta dos horas consecutivas. Les anexo una muestra, que si bien no es de mi autoría, puede dar una idea gráfica y sonora más nítida que mis palabras.

Con el hilo musical de los cohetones, nosotros volvimos al apartamento para comenzar con los dumplings que ya estaban listos. La moneda y, con ella, la buena fortuna fueron para el intérprete, en tanto que para nosotros la noche llegaba a su fin, junto con nuestra capacidad estomacal. Durante el regreso a casa era fácil ver en las aceras centenas de cajas y papeles rojos que daban cuenta de que ningún alma dejó de encender al menos una mecha en esta noche vieja.

Vísperas de Año Nuevo

1 Feb

El año que comienza este 3 de febrero estará marcado por el conejo, así que peluches e imágenes de este animalito están por doquier. Algunos ni siquiera se conforman con la reproducción y compran ejemplares de carne y hueso

Ambiente. Durante los últimos días de noviembre del año pasado, algunos comercios comenzaron a colocar árboles de navidad e imágenes de Santa Klaus en sus predios. Carteles acompañados por luces intermitentes deseaban «feliz navidad» a los clientes que parecían completamente ajenos a los mensajes. En efecto, el detalle decorativo sólo podía dar cuenta de que transitamos tiempos globalizados y que en Pekín hacen vida más de 100 mil extranjeros. Un gesto de internacionalización que en nuestros países difícilmente podríamos encontrar.

Lo cierto es que con el inicio de enero, los árboles y los barbudos vestidos de rojo desaparecieron para dar paso a la verdadera fiesta. Los aires de parranda comenzaron a soplar apenas unos días atrás con los estruendos, cada vez más frecuentes, de los fuegos artificiales. La decoración, mayoritariamente cargada de rojos y dorados, cubrió cuasi toda calle de Pekín.

Las tradicionales lámparas rojas se encienden con el caer la tarde junto con las decenas de árboles que han sido iluminados para la ocasión

La masiva migración al interior del país inició este fin de semana. Las avenidas de la capital están considerablemente vacías y algunos comercios bajaron sus santamarías. Todo está listo para la celebración más importante del país: la recepción del Año Nuevo y, con él, el comienzo del festival de la primavera que se extenderá por dos semanas.

Árbol frente al centro comercial Shin Kong Place en la avenida Dawang

La fiesta será mañana, 2 de febrero, en atención al conteo del calendario lunar que determina esta fecha anualmente. Se espera una fuerte descarga de explosiones y colores en el aire para despedir este año del tigre y dar la bienvenida al del conejo.

Una vez más las tradicionales lámparas de papel rojas

Comercio. Todo es calma por estas horas. El silencio de las calles sólo es interrumpido por descargas sonoras y luces. Totalmente contrario a la euforia que reinaba en las calles la semana pasada, cuando ir de compras al supermercado era una experiencia en extremo parecida a la de ir a una juguetería una tarde de 23 de diciembre.

Visual del supermercado abarrotado gracias a las compras de último momento

Todo mundo pertrechándose de los últimos detalles, al punto que conseguir un carrito de mercado implicaba la pericia y agilidad de un predador, cualidades que al parecer no tengo, porque tuve que conformarme con una cesta. Las enormes colas y el desfile de estanterías improvisadas en el supermercado anunciaban celebraciones llenas de comida y bebida.

Azar. El color rojo, que junto al conejo es el rey de la ocasión, no sólo está presente en las reiteradas lámparas de papel que cuelgan por todos los recovecos, sino también en ropas y en el regalo tradicional de la festividad: hongbao, sobres rojos rellenos con algún detalle importante o dinero en efectivo. Si se trata de un presente metálico, lo aconsejable es no dar montos que contengan el número 4 entre sus cifras, ya que la superstición local lo considera de mala suerte, y nadie quiere regalar signos de mala suerte justo para iniciar un nuevo año. El rojo también es considerado a la hora de comprar ropa interior para estrenar en la gran fecha. Las tiendas exhiben cualquier cantidad de lencería en carmín para iniciar el año con buen pie.

La superstición también manda a evitar los cortes de cabello durante este primer mes porque podría traer vibraciones negativas para el resto del año; y a abrir las ventanas de casa y encender las luces para alejar a los malos espíritus. Limpiar la casa y estrenar alguna pieza del vestuario cuentan como rituales de buena suerte para marcar este nuevo comienzo.

Polémica. A escasas horas de que el año termine, más de mil 400 millones de nuevos propósitos circulan en el aire. Quizás el más polémico de estos sea el que está circulando en formato de video desde hace una semana y que ha sido prohibido en el país debido a su carga crítica. Una tarjeta de año nuevo que dibuja al pueblo como conejo y a su gobierno como tigre, animal que reina durante el año que ya concluye. Retrata varios de los escándalos que han marcado al país en los últimos años y muestra a unos conejos que, cargados de insatisfacción e impotencia, se lanzan ferozmente contra los tigres. Pese al veto, la animación suma casi 200 mil vistas en YouTube. Anexo la versión con subtitulos.

Amor. Cuentan que siendo el conejo el animal que rige este año, el amor podría estar en el aire para algunos. Quizás una de las favorecidas sea la joven que hace unas semanas colocó un aviso frente al dormitorio masculino de la Universidad de Pekín para rentar a un novio por un día. El trato? 10 mil kuáis (cerca de 7 mil bolívares fuertes) por pasar el día con su familia en su provincia natal. Según el anuncio, su madre le habría advertido que sin novio que presentar a la familia, se abstuviera de asistir a la fiesta.

Invierno. El penúltimo día del año ha sido el más caliente de lo que va de invierno. El termómetro subió a 8 grados esta tarde. Un logro considerable si pensamos que la temperatura promedio está oscilando entre -2 y -10. Aunque no ha caído la primera nevada en la ciudad, quiénes nos quedamos en casa durante el asueto tenemos oportunidad de disfrutar de un poco de hielo.

Lago del Ritan Park en el distrito de Chaoyang