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El sur en imágenes

23 May

Venezuela a través de la perspectiva analógica de Lomography

Quiénes estén familiarizados con la fotografía deben conocer a Lomography, la etiqueta comercial que ha popularizado en el mundo un concepto gráfico analógico con características únicas.

Desperdigados por el mundo, los representantes y activos practicantes de la técnica ya han materializado el trabajo en un par de guías sobre los marcos de Hong Kong y Viena, así como en una infinidad de talleres, eventos, blogs, revistas y concursos.

Andando por Causeway Bay en Hong Kong me tropecé con una exhibición de la marca. Una puesta en escena del mundo desde la perspectiva analógica y plural. El mapa en imágenes, tomadas, enviadas y seleccionadas por diversas manos. La cara venezolana estaba representada por el monumento de la Loca Luz Caraballo en Mérida, murales de escuelas públicas, algunas tomas del azul inigualable del Caribe así como otras de nuestras carreteras. Cierro el corto periplo por la comercial y vibrante Hong Kong con el sur en imágenes.

La exposición cubría el mapa mundi, pero mi lente no abarcaba tanto...

Día de costa, noche de compras

19 May

El olor del mar es algo que siempre adoro respirar. De pocas cosas siento tanta nostalgia como de estar a pocos kilómetros de distancia de esa fragancia que siempre me retrotrae a mis tiempos de infante. Persiguiendo el perfume que emana del agua salada di la vuelta a la isla -distancia pagable en taxi- e inicié mi recorrido por el sur en el Ocean Park.

Este parque temático, homenaje al azul y todo lo que dentro de él habite, tiene tanta cosa para ver que al llegar uno no sabe por donde comenzar. Un ligero vistazo al mapa da para entender que el paseo por las instalaciones puede ocupar un día entero, entonces si de aprovechar el tiempo se trata -entiéndase alcanzar el atardecer en la playa (playa!!!!)- lo mejor es definir prioridades y trazar plan de acción.

Una de las panorámicas desde el Ocean Park. El parque tiene dos grandes secciones que se comunican entre sí gracias a un teleférico y a un subterráneo que juega a ser submarino

Como me deleita la vida marina, inicié la caminata por el acuario. La fila era de al menos unas 200 personas, por suerte el asunto anda más rápido de lo que uno esperaría y en 20 minutos ya estaba en la primera piscina. Con tanta gente es poco probable ver en detalle cada tanque, así que sólo disfrute de los tiburones, rayas y tortugas, tan gigantes que son imposibles de perder.

La sala de los corales requiere atención: El cangrejo araña, con sus patas delanteras de metro y medio de longitud (sí, tiene más piernas que usted querido lector) es un espectáculo sin desperdicio. Para mí fue una oportunidad increíble porque intenté verlo en el acuario de Tokio (de donde es oriundo) y el sitio estaba cerrado por remodelación. Luego, si usted cree que los caballitos de mar son las criaturas más mágicas y lindas que ya vio, es porque jamás estuvo frente a un dragón de mar. Estos bichitos son increíbles. Para verlos en sus hábitats hay que sumergirse unos 20 metros en las costas australianas. El dragón foliado se asemeja a un caballito de mar con una cola mayor y un traje de fantasía propio de Carnaval, mientras que su posible primo, el dragón marino común, es una mezcla entre un mini-canguro y una hada encantada.

Yo decidí continuar a por las medusas, porque son de esas especies extrañas que uno no concibe tengan vida propia. Otra vez la gigantesca cola que se sortea en poco tiempo. En el espacio del Sea-Jelly lo esperará una sala a oscuras llena de tanques adecuados con juegos de luces y de sonido para que se dé banquete visual. A la salida puede jugar en la pared interactiva o tomarse algunas fotos en el muro con medusas proyectadas.

Los espectáculos de delfines y leones marinos son periódicos y antecedidos por una banda de hongkoneses que cantan y bailan (o al menos intentan) cumbia. No se pelan el siempre clásico «La cucaracha». El teleférico para desplazarse de uno a otro extremo del parque es aconsejable, así como los globos de helio para quién guste de la experiencia. Hay pandas, un pabellón exclusivo para peces dorados, y varias atracciones mecánicas de vértigo, incluyendo una montaña rusa cuyo recorrido dura dos minutos! (No apto para cardíacos).

Mi parte favorita del paseo es que sólo hay que pagar la entrada principal (que puede adquirirse en precio paquete con el tique del autobús para llegar desde el lado norte) para disfrutar de todas las instalaciones. Ahora si quiere jugar a alimentar a los animalitos en cautiverio como los delfines y demás, tendrá que pagar extra precio.

Cerca del Ocean Park, y bordeando la costa, dará con la playa. Todo mundo recomienda por primera opción ir a Repulse Bay. Dicen que su nombre viene de una batalla ocurrida par de siglos atrás, en todo caso, hoy está cercada por inmensos y lujosos edificios, y es frecuentada por los locales para pasar su domingo de relax.

Mientras más blanco mejor, ése es el lema. Y sólo para constar, la foto fue tomada a golpe de 5 de la tarde!

La orilla! el agua no estaba muy fría pero definitivamente no sumergiría más de mi pie en ella, no me pregunten por qué, falta de feelin que mientan

Y aquí es cuando uno termina de constatar que está en Asia y lejos del Caribe

Qué puedo decirles? Nunca estuve en una playa con todo mundo tan vestido. Hasta llegué a sentir que se trataba de un escenario artificial. Mujeres usando máscaras para evitar la luz del sol, hombres con pantalones y sacos de vestir arremangados y niños de traje completo. Es otra historia, ellos se protegen del sol en la misma proporción en que nosotros nos descubrimos para agarrar color. No había pescadito frito ni tostones, pero quizás sea mejor, como política de limpieza, evitar el comedero en la arena. Baños y duchas gratis junto con una cartelera de indicadores sobre las condiciones climáticas del día.

Si continúa camino en taxi o autobús, siempre por la costa, pronto llegará a la zona del Stanley Market. Decenas de tienditas que funcionan en callejones estrechos y populosos operan hasta las 10 de la noche y venden desde accesorios hasta ropa de confección local. Vale la pena husmear. El muelle es una postal plausible, como también tomarse un par de cervezas en uno de los bares de la calle que lleva el mismo nombre de la zona. Si el clima está con usted, será una delicia pasar el rato en las mesas del bulevar. Yo llegué tarde, pero también es recomendable echar un vistazo al Museo Marítimo de Hong Kong que funciona hasta las 6 de la tarde.

Una desde Stanley. A la derecha de este parador está el mercado, mientras que lo que se divisa al fondo es el muelle, junto al cual están los bares, restaurantes y el Museo Marítimo

En caso de que el Stanley Market le haya despertado el apetito consumista, contará con la suerte de que en Hong Kong es fácil conseguir mercados nocturnos. El de la calle Temple ubicado en Yau Ma Tei es conocido como el mercado de hombres porque sus puestos de ropa sólo ofrecen moda masculina. Se extiende por kilómetros gracias a que las tiendas -al aire libre- van juntando calles y aceras sin parar. Si comienza a caminar a través de los callejones de este mercado de pulgas, rápidamente se perderá entre joyas, recuerdos, carteras, ropa, zapatos y detalles. Para cuando repare estará frente a una decena de carpas de adivinadores de oficio, algunos con cartas de tarot, otros con pájaros que toman su fortuna de una caja de papelillos y unos más con un estudio cuasi científico de su rostro o manos. También podrá escuchar improvisados karaokes callejeros. Para aderezar la caminata vaya a la calle de la comida que lleva por nombre Woo Sung y está cerca de la estaciones de metro JordanYau Ma Tei. Cervezas y variedades de platos con mariscos y peces están a disposición de los comensales que quieran disfrutar de la vibra nocturna de la calle hongkonesa.

La Woo Sung street es ideal para parar y tomarse algo. Además de tener cerca el mercado de la calle Temple, también tiene el mercado nocturno de damas que queda en Tung Choi. Si está en la zona y es fanático deportivo no deje de ir a las tiendas de Mong Kok que tienen todo lo que un fanático que se respete necesita, incluidas ediciones especiales de las camisetas de fútbol de México y Argentina. No, no había una vinotinto... algún día!

Una de las ventajas para andar por la ciudad es que el metro funciona sin parar y lo lleva de un punto a otro del mapa, cruzando incluso la bahía. Las transferencias son cómodas y no tendrá dificultad para hacerse con los boletos. Así que camine, compra, beba y disfrute sin preocuparse por la hora que en la ciudad la noche parece siempre joven.

Mi cena: Langostinos al ajillo acompañados con cerveza San Miguel, una delicia!

Hong Kong, un día, mil perspectivas

18 May

A pesar de estar rodeado de edificios y comercios, el Hong Kong Park es un recinto de calma y naturaleza

Hong Kong tiene poco más de mil 100 kilómetros cuadrados. Depende de cómo se mire no es grande, depende de por dónde se mire es tan versátil como un camaleón. Iniciar un día caminando por las veredas del Hong Kong Park, en las cercanías de la estación de metro Admiralty, le permitirá hacer mil y un fotos del ya clásico contraste entre la modernidad y la naturaleza. El real asunto de la perspectiva está en que este maravilloso espacio de 8 hectáreas fue tan diseñado y planificado como los impresionantes rascacielos que sobrepasan los árboles en la panorámica creando ese anhelado efecto fotográfico.

Nada de esto lo desmerita. Es un lugar para apreciar en detalle. Las cascadas artificiales, la laguna con decenas de tortugas tomando sol y los verdes con flores en perfecta sincronía arquitectónica son un espectáculo que bien se agradece en medio de la desarrollada urbe. Si tuviera que elegir el lugar para la obligatoria foto-turista diría que es la plaza de la fuente: Una suerte de parasol con base de concreto y techo transparente desde el cual no para de correr agua dejando apenas una abertura para que los visitantes entren bajo su protección. Si se aventura al aviario comenzará a sentirse en medio de un viaje a través de un bosque tropical, especialmente por la compañía: más de cien especies de pajarracos hacen vida en este espacio con puente de madera incluido.

Luego de la vívida experiencia en verde, basta con seguir unos 20 minutos a paso calmo hacia el este y pronto se topará con la estación del Peak Tram, la reconocerá por la inmensa fila para subir. «The Peak Tower» viene a ser para Hong Kong lo que la Torre Eiffel es a París. Uno de los indiscutibles highlights de las guías de turismo, la máxima expresión del modernismo de la ciudad y la mejor manera de enfrentarse a la perspectiva de los rascacielos. Alcanza 396 metros sobre el nivel del mar. Repleta de tiendas, restaurantes y cafés, también cuenta con una plazoleta, varias atracciones y es punto de partida para tres rutas de cortas excursiones naturales. Sin embargo lo más atractivo del edificio es la Sky Terrace. A 32 metros más arriba, esta terraza está específicamente concebida para observar la isla con una privilegiada visión 360. Si tiene suerte -como la tuvo esta servil narradora- y sube en un día despejado, sin el horrendo gris de la contaminación, tendrá el escenario ideal para la postal de la travesía.

La vista más alta de la isla. The Peak ofrece una perspectiva única que no tiene desperdicio en días soleados y con poca contaminación

La mejor forma de llegar a la Torre Peak es tomando el Peak Tram. Este tranvía funciona desde hace 121 años. Con las respectivas modernizaciones, el transporte hace un recorrido en vertiginoso ascenso de casi 1 kilómetro y medio. El boleto de ida hasta la Torre cuesta 3,60 dólares en tanto que hasta la terraza tendrá que pagar 6,80, pero hágalo que usted no iría a París sin tomarse la clásica foto en las alturas, cierto? Mi recomendación es regresar por taxi o autobús  porque hacer la inmensa fila para bajar en el tranvía le consumirá al menos una hora de su día.

Cualquier cantidad de bichos y plantas encontrará en las calles de especias de la zona. Además puede husmear en la especializada en jengibre o en la de los nidos de pájaros para hacerse con una sopa única

Después del encuentro con la naturaleza y la panorámica de los rascacielos, vale la pena adentrarse por los recovecos de Sheung Wan para obtener otra cara de la isla. La antiquísima Hollywood Road le dará más de una oportunidad para comprar, comprar y comprar. Un par de cuadras abajo se encontrará con las calles del Jengibre y del Nido de Pájaro. En la primera podrá darse paseo por un sinfín de hierbas y remedios naturales, mientras que en la segunda puede sentarse a tomar una sopa de Nido de Pájaro. Para quiénes no conocen el manjar: Sí, realmente es un nido de pájaro pero hecho de saliva y no de ramas. No, no tiene mayor gusto excepto el que le da el acompañante con que es servido. Aunque es común en China, en esta calle tendrá la oportunidad única de comer en restaurantes especializados en el género y podrá escoger entre varios tipos de nidos diferentes.

Al menos una ruta debe recorrer en estos únicos tranvías de dos pisos. No se quede abajo, suba!

Luego de la merienda, aborde uno de los tranvías en dirección hacia el muelle. Antiguos, de dos pisos y ruidosos son únicos. Hay rutas por doquier, y si se hace con un puesto en la ventana del frente en el segundo piso se sentirá en una atracción mecánica y verá a la ciudad con otra mirada.

Una vez en el puerto aborde el Star Ferry en dirección hacia Tsim Sha Tsui. El viaje es corto, el pasaje es barato y apenas arranque el barco comenzarán a venir a su cabeza todas esas escenas de películas rodadas en el puerto de Hong Kong, sólo le faltará un Jean Claude Van Damme tratando de vencer a la mafia hongkonesa para completar la imagen. El resto está allí: las grúas, los containers de carga, las garzas y las torres.

Si es un shopaholic confeso, la Salisbury Road puede ser un peligro mortal, así que no se detenga mucho y camine cual si llevara gríngolas

Cuando desembarque camine en dirección al Paseo de las Estrellas en Kowloon. No le será difícil ubicarlo y de camino puede entretenerse echando un ojo a las sucursales de las marcas más caras del planeta a lo largo de la SalisburyRoad. Una parada estratégica es el Hotel Península. Con casi un siglo operando, constituye uno de los marcos de la ciudad y es tan solicitado que es probable que deba hacer fila hasta para una mesa para tomar el té.

Todo mundo da su mejor pose de Kung Fu frente a la estatua de Bruce Lee en el Paseo de las Estrellas

El Paseo de las Estrellas es un excelente punto para caminar y ver hacia la isla con otra perspectiva. Andando sobre las estrellas de los famosos de China, también hay chance para tomarse una clásica foto-turista frente a la estatua de uno de los hijos ilustres de Hong Kong, Lǐ Xiăolóng, quien nos fue presentado como Bruce Lee.

Cierre el día con unos tragos en el Lobby Lounge del Hotel Intercontinental. El highlight del sitio no es la cena, sino la vista: La mejor visual que existe de la isla, así que no se sorprenda cuando vea que el menú es ligero en comida pero amplio en bebida, (hasta ron venezolano sirven, y como premium que es, un trago de Santa Teresa 1796 aquí se paga en 33 dólares). La especialidad de la casa es el cóctel Nueve Dragones, así que no contradiga la tradición y la fábula que inspiró este trago pidiendo otra cosa. La cuenta saldrá cara, pero la clave es llegar poco antes de las 8 de la noche cuando comienza «La sinfonía de luces» sobre los edificios del muelle Victoria. Trece minutos de encendidos y apagados que le mostrarán la perspectiva de espectáculo del Hong Kong cotidiano.

Statue Square: En el séptimo día

13 May

Una tarde cualquiera de domingo en las cercanías de la Plaza de la Estatua de Hong Kong. Las calles cerradas permiten a las empleadas domésticas adueñarse del asfalto en su día libre

Un viaje a bordo del Star Ferry es recomendación obligada para todos los visitantes de la cosmopolita Hong Kong. Intentando cruzar desde la isla hacia la zona de Kowloon, tomé un tranvía hasta la estación de la Plaza de la Estatua, situada frente al antiguo y demolido muelle del Star Ferry, pero a pocos metros del nuevo puerto. Esta amplia plaza -con apenas una pequeña estatua de un banquero totalmente laqueada en negro- está bordeada por edificios marco de la ciudad como el antiguo City Hall.

Con varias torres financieras en sus alrededores, la plaza tiene tránsito intenso durante la semana, pero los domingos, pocos sitios como éste sirven de forma tan estricta al sentido bíblico del séptimo día, el día de descanso. Cada domingo las calles son cerradas, convirtiendo la zona en un paraíso peatonal que es completamente tomado por las empleadas domésticas, principalmente de origen filipino, para disfrutar de su día libre semanal.

En cada rincón de la Plaza las mujeres intercambian comida, plática y, no dudo, ánimos

Raymond Lo, especialista en Feng shui, dice que la plaza es uno de los dos sitios de la ciudad idílicos para absorber las buenas vibras, cierto o no, lo que definitivamente no falta en el lugar cada domingo son vibras. Coreografías, canciones improvisadas, pequeños picnics armados sobre sábanas y con comida casera, charlas, risas, lectura, música, de todo hay en la plaza y en las calles contiguas. Sorprende la multitud de mujeres. Algunas solas, la mayoría en grupos desperdigados por doquier. Quizás una vista aérea podría hacer la escena en extremo parecida a la geografía de ese país de más de 7 mil pequeñas islas.

Las paradas de autobuses y tranvías ofrecen confortable y gratuito techo para el picnic dominical

En Hong Kong conviven más de 7 millones de personas. Se estima que hay una población de 280 mil empleadas domésticas, de las cuales, en promedio 130 mil provienen de Indonesia y el resto de Filipinas. En su mayoría, mujeres, son introducidas en el mercado laboral de Hong Kong gracias a agencias de contrataciones que descuentan de sus salarios los gastos que consideran correspondientes por el trámite. Tema espinoso debido a las trabas en las condiciones de trabajo y a la reciente exclusión del sector sobre el aumento del salario mínimo.

Poco probable ver un rostro masculino frecuentando la zona durante un domingo. La regla son mujeres, tacones, cabello largo, coqueterías, maquillaje, y hasta espectáculo.

Y Venezuela me supo como nunca

12 May

No sé porque eligieron el color morado para cubrir esta delicia de postre, pero les aseguro que era el más lindo de la vitrina. Hecho con 70% de cacao venezolano, es una divinura!

Colombia es el cuarto productor de café del mundo. Si bien en sacos está cerca de Indonesia -tercero del ranking-, se encuentra considerablemente alejado del número 2, Vietnam, y a distancias remotas de Brasil, el primero de la lista. Estadísticas aparte, los neogranadinos han logrado -gracias a la magia del marketing– que su nombre sea sinónimo de café. El rostro de Juan Valdez, poncho al hombro, sobre su mula Conchita, le ha dado la vuelta al mundo difundiendo no sólo un producto, sino una imagen que representa la vida en los cultivos cafetaleros del vecino país.

Si bien Venezuela no entra ni entre los doce primeros países productores de cacao, es innegable que una buena estrategia publicitaria hubiese servido para enlazar, al menos mentalmente, su nombre al chocolate. Quizás sea porque las playas de Chuao -cuna de las plantaciones de cacao del país- contrastan considerablemente con una barra de chocolate, y más se prestan para forjar la imagen de una cerveza o cualquier bebida fría. Después de todo, quién va al Caribe a comer chocolate?

Quiso el destino que dos de las mejores cosas que hay en el país -ron y chocolate- sean calientes y choquen con nuestra ya intravenosa calentura, así que fuera de nuestros límites es mucho más fácil asociarnos a un concurso de belleza (a pesar de que la media nacional dista del 1,80 y el 90, 60, 90) que con ese cacao que derrite paladares, o con el güisqui que importamos en cantidades industriales en lugar del ron que producimos y que ha sido históricamente desplazado de las mesas.

Con la licencia de los publicistas de la Mastercard: Una torta en uno de los centros comerciales más caros de la ciudad: 40HK$, comerse a Venezuela a 15 mil kilómetros de distancia: no tiene precio

En nada de esto reflexionaba yo durante mi segunda mañana en Hong Kong mientras buscaba un lugar para desayunar en el gigantesco International Financial Centre. De pronto topé con un café del agnès b., y me abalancé a la lista de sándwiches. Porque mi hambre siempre es salada y nunca es dulce, me salté olímpicamente la sección de pastelería que, paradójicamente, terminaría siendo mi centro de atención. Allí, junto a las otras tortas de la casa, estaba «Venezuela» que debía su nombre al ingrediente central: es hecho con 70% de chocolate venezolano. Supo a gloria, debo reconocer que esta vez, Venezuela me supo como nunca.

Bocados del corazón

11 May

Todos apetecibles, servidos en pequeñas cantidades, hacen una opción ideal para un brunch casero. De esta selección sólo he dejado en el plato las bolitas de arroz pegajoso, sin embargo no descarten a probar que entre gustos y colores...

Al hablar de comida china, uno de los primeros platos que se nos viene a la cabeza son las lumpias, también bautizadas como rollos primaveras. El clásico enrollado recorre el mundo en una infinidad de versiones, pero tiene sus inicios en Cantón, región sureña de China cuya gastronomía se ha universalizado al punto de ser, en países como Venezuela, lo que conocemos por «comida china». En la práctica, éste es un rótulo plano que no hace justicia a la variedad de cocinas regionales que conviven en estas fronteras, siendo la cantonesa apenas una más.

Contrario a lo que cualquiera imaginaría, tarde un año antes de probar mi primera lumpia en China, y el párrafo que introduce este post explica la demora. No sucedió lo mismo con otras caras del dim sum como los dumplings, los buns o las tartas de huevo. Lo que se ha vuelto mi almuerzo tradicional de domingo es un festín de dim sum en un restaurante llamado Din Tai Fung, que ofrece los mejores dumplings de la ciudad. No lo digo sólo yo, ha sido votado varias veces como el mejor en su género por revistas, clientes y panelistas, sin contar que su sucursal en Hong Kong elevó su nombre a la constelación de Michelin con una estrella en la guía de 2010.

La cocina del Din Tai Fung que procuro visitar los fines de semana está en junto a la entrada del restaurante. Mientras espera por una mesa para almorzar puede entretenerse viendo el proceso de armado y cocción

El secreto de estos dumplings podría estar en el proceso de cocción: no son hervidos sino al vapor. Llegan a la mesa en la cesta de bambú donde se cocinan, y el ritual de la degustación implica tomarlo con los palillos, darle un baño en una mezcla de vinagre, salsa de soya y jengibre, perforarlo ligeramente para evitar quemadas y a la boca. Siendo la especialidad de la casa no es difícil creer que estos pastelillos tienen un gusto único.

El inicio del concepto de ir picoteando estos pequeños bocados vino de la mano del té. Quizás lo más parecido en nuestras costumbres sería la merienda de galletas o bizcochos que armamos junto a un café. En estos tiempos, lejos de ser meros acompañamientos, las variedades de un servicio de dim sum bien hacen una completa comida familiar.

Si se lanza unos días de visita por Hong Kong y pide una recomendación tradicional para desayunar, las opciones por excelencia serán restaurantes de dim sum. Como es mandatorio, yo no fui contra la conseja y estrené mi primera mañana en la ciudad como los locales mandan. Mi experiencia inaugural fue un menú compuesto por buns de coco, dumplings de camarón (ha gau), buns rellenos de puerco y dumplings de arroz.

Debo confesar que con el dim sum el único problema es parar de probar más y más bocados, quizás se deba a que su nombre de pila traduce del cantonés más o menos algo como «comida del corazón». Quien se anime puede intentar endulzarse la vida con unas tartas de huevo. Aquí les dejo la receta!.

Una galaxia para China?

7 Mar

Padezco de ansiedad. Es un problema. Nunca lo había racionalizado hasta el año pasado, lamentablemente lo hice pocos días antes de emprender el maratónico viaje de 24 horas hasta Venezuela. En el Pekín-París, luego de dos películas reparé en que aún sobrevolábamos Rusia y para no desesperar escogí, rápidamente, otro filme. Nada más cansón que una película gringa doblada así que opté por una de la Madre Patria, así, en mayúscula porque fue de esa forma que aprendimos a escribir sobre España en primaria.

Resultó ser una historia sobre un chef que añoraba, sobre cualquier cosa, una estrella para formar parte de la constelación española que hace parte en esa galaxia creada por la guía Michelin de restaurantes. El punto álgido de la trama se centra cuando un inspector de la biblia roja de la culinaria europea finalmente viene a comer a su local. La complejidad del asunto es que el hombre debe decidir entre guiar la atención del anhelado comensal o asistir por primera vez al cumpleaños de su hijo, a quien no vio ni cuidó en 15 primaveras. Coronarse como padre o como chef? Decanta por su hijo, y para el happy ending asume que no tendrá estrella, ni prestigioso restaurante: disfruta la vida en familia trabajando en un comedor de poca monta que no tiene los avatares de un aspirante a estrella.

La guía Michelin, con partida de nacimiento sellada en Francia, es altamente influyente en Europa y ya marca pauta en varias ciudades de Estados Unidos. En Asia debutó con su edición para Tokio (Japón) en 2007, y luego abordó los aromas y sabores de los establecimientos de Hong Kong y Macao, ambas pertenecientes a China pero bajo régimen especial administrativo. La primera con ascendente inglés y la segunda, portugués, son referentes turísticos por excelencia. El próximo lanzamiento (veredicto?) será en marzo y versará sobre la culinaria de Taiwán.

A propósito de estas incursiones asiáticas, el periódico local China Daily publicó un interesante trabajo unas semanas atrás acerca del efecto que la guía roja ha tenido en el mundillo gastronómico asiático y los retos a enfrentar si los siguientes objetivos fueran urbes como Pekín o Shanghai. Los chef entrevistados, todos miembros de ese club selecto de galardonados por la Michelin, coinciden en que el galardón es un honor y un motivo para innovar en el fogón y en otros factores que comienzan a formar parte indivisible de un buen almuerzo o cena: el ambiente o la presentación de los platos, por ejemplo. Uno de los consultados reconoce que, al momento de elegir un restaurante, las estrellas no ejercen mayor influencia en el público, pero sí se ha vuelto una obsesión para los prestadores del servicio. Podría concluirse, de entrada, que tal como las mujeres no se visten para los hombres, los restaurantes no se perfeccionan para sus comensales, sino para la crítica. Claro está que parece haber quienes no sucumben a la pluma ni al paladar de los inspectores -como la administración del hongkonés Fook Lam Moon- y más allá de lo fugaces que puedan ser las nuevas estrellas, se mantienen estrictos a las reseñas de los críticos de siempre: los habituales comensales.

Otro tema que entra en el debate es la nacionalidad de las papilas gustativas que papel en mano, y protegidas por la benevolencia del anonimato, indagan en cada sorbo y bocado que acometen. Del equipo de 12 inspectores que trabajó en la segunda edición para Hong Kong y Macao, sólo dos eran chinos, lo que trajo algunas suspicacias sobre si los cánones occidentales son válidos para juzgar comida en estos predios. Luego del lanzamiento en Tokio, también hubo algunos descontentos que deseaban haber sido juzgados por paladares japoneses. Discurso de perdedor? quizás, pero yo prefiero dar el beneficio de la duda. Como sea, la vocería de la biblia roja prefiere zanjar las controversias afirmando que no hace falta ser francés para degustar la variedad gastronómica de París, ni pekinés para reconocer los sabores de la ancestral y famosa cocina china.

Dejando de lado las controversias, es innegable que subir al cielo Michelin o permanecer en la tierra con el resto de los mortales ha de marcar la diferencia para el circuito culinario de metrópolis como Pekín o Shanghai, especialmente cuando de paladares turistas se trate, o por qué no? también puede incidir en las rutinas gastronómicas de la clase emergente china que devora carros y ropa de marca a la velocidad de la luz. Pero también es un hecho -comprobado en esta mínima experiencia- que parte del gusto de comer en Pekín es saborear, descubrir y sorprenderse (para bien o para mal). Es vivir en un mundo de citas a ciegas, unas veces hay química, otras uno termina preguntándose «y cómo fue que paré yo aquí?». Es, también, una constante reafirmación  de que no todo es lo que parece: en ocasiones el manjar sale de pequeños recovecos displicentes, mientras que faraónicos restaurantes pueden resultar en faraónicas decepciones.

En lo personal convengo en que si los embajadores de la biblia roja de la culinaria comienzan a circular por estas calles, el reto de los anónimos inspectores será definir si la gastronomía de China es apenas una constelación más, o por el contrario, tiene tantas estrellas que da para construir una nueva galaxia en el universo Michelin.