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Feria a la pequinesa

15 Feb

Entrada de la feria instalada en el parque del Lago del Dragón

En medio de los festejos del Festival de Verano, o comienzo del año nuevo en China, el parque del Lago del Dragón (Longtanhu Park) se viste de rojo para albergar una feria de calle. El evento termina justo con el feriado nacional (cinco días atrás) y es frecuentado por los miles de locales que permanecen en la silenciosa Pequín de fin de año.

Creo que no me hubiese enterado de la pachanga a no ser por la invitación del intérprete, quien -junto a sus diligentes padres- nos sirvió de guía turístico por unas horas. La recomendación básica es pertrecharse de abrigos, guantes y gorro, puesto que husmear por los recovecos de una feria al aire libre con el termómetro marcando -5 puede resultar una helada experiencia si no se toman las debidas precauciones.

Dos chiquillas luciendo sus melenas rubias en la entrada de la feria. Iban con un peluche gigante de Mickey Mouse que también lucía cambio de look, era totalmente fucsia

Después de recibir mi entrada por obsequio, comencé a seguir la manada. Primer pasillo: la comida. Tratándose de un paseo a principios de tarde, fui sin almorzar para tener el estómago dispuesto. Aunque superamos los primeros tres puestos de comida sin aventurarnos a nada, no fue más que rozar la primera parrilla de pinchos para ser testigos -nuevamente- de la generosidad del casal anfitrión. Lamentablemente su amabilidad y mis papilas gustativas no congeniaron nunca más después de ese afortunado acierto, y es que un pincho difícilmente tiene desperdicio.

Las conejitas hicieron presencia al frente de uno de los tantos puestos de pinchos

Todavía estaba entrándole a la carne cuando me dieron unas bolitas de harina con azúcar. Inmediatamente vino el huevo de cangrejo envuelto en unas frituras y más adelante abrí espacio para una mazorca, que habría estado perfecta si en vez de salsa picante con soya, la hubiesen aderezado con una pizca de sal.

Tratando de deshacerme del último bocado estaba cuando no logré decir no a un bol de sopa con diferentes carnes irreconocibles adentro. La única que me resultaba familiar era el estómago de buey, y eso porque ya había tenido que probarla en otra ocasión. De más está decir que el caso de Fabiano alcanzó otros ribetes: un pincho de escorpiones picantes y una porción de tofu frito también picantosa encabezaron la lista de exquisiteces. Y no es que uno reclame la gastronomía china, es que el paladar no termina de acostumbrarse a ciertas cosas.

Afortunadamente la comida paró y empezaron las atracciones. Cual feria popular había tiro al globo, canasta, lanzamiento de monedas, aros y cualquier reto de puntería que, de ser superado, garantiza un peluchito de premio. Yo me anoté con las cestas, y a pesar de mi pésima puntería salí con un perrito. El intérprete demostró que a los chinos se les da el baloncesto y me regaló el resultado de sus cinco aciertos: un tigre gigante.

La misión aquí era acertar una moneda en alguno de los arcos verdes. Prácticamente imposible, pero no se pierdan el particular guante doble de la encargada de sacar las monedas perdedoras

Después de dilapidar nuestras fortunas en vanos intentos de acertar pelotas en orificios y monedas en mesas, le caímos, casi de asalto, al carrito de algodón de azúcar que nos hizo olvidar por un rato la inicial experiencia culinaria.

Con un lago congelado de panóramica constante fuimos bordeando el parque recorriendo sus caminerías. Carritos chocones y otros juguetes mecánicos también estaban a disposición, así como una venta de celulares que compartía techo con una exhibición de orquídeas.

De repente surgió otra calle de comidas, sin novedad yo tenía el sí fácil para agradecer la amabilidad de los anfitriones y acepté comer una suerte de atol achocolatado cubierto de semillas de sésamo. No me entusiasmó el topping de granos, pero el vendedor prácticamente se ofendió al ver que yo subestimaba sus habilidades en el complejo arte de mezclar texturas, sabores y colores, por lo que accedí a probar la receta original. El peor chocolate de mi vida, pero el mecanismo fue divertido, para pruebas anexo la foto del dragón que expulsaba el agua caliente para preparar el postre.

Pintoresco? sí! Sabroso? Mejor busquen una segunda opinión...

Más adelante estaban dispuestos otros puestos de pinchos, la novedad es que estos estaban administrados por uigures -minoría musulmana que está principalmente centrada en el noroeste del país en lo que se conoce como Región Autónoma Uigur. Con costumbres, vestuarios y rasgos fácilmente distinguibles de la mayoría – o la etnia Han – hicieron de la vendimia un espectáculo imposible de no admirar. Comparto con ustedes unos segundos en los videos que siguen a estas líneas para que tomen dato y se aprendan unos movimientos…

El recorrido llegó a su fin con los imperdibles negocios de discos, libros y juguetes. También abundaban los souvenirs y detalles alusivos al Festival de la Primavera. Mi puesto premiado por supuesto que fue el de los pinchillos de carne, seguido del que exponía el bizarro arte de construir objetos con balas.

Balas para llevar cuales piezas de Lego!

El lago comenzó a descongelar y los patos, a nadar!

La feria ya fue desmontada cinco días atrás con el fin del asueto nacional. La ciudad retomó su rutina: el ajetreo pequinés ya está a 100%