
No es una exhibición temporaria, ni un club de autos. Es el estacionamiento de un centro comercial especializado en ropa que está en el barrio más frecuentado por occidentales en Pekín. Justo al cruzar la calle están las vitrinas de algunas de las marcas más caras de la movida fashionista europea
Al cruzar las calles de Pekín es cada vez más común tropezarse con algún carro de imperdible extravagancia. Y cuando digo «tropezarse» no me tomo licencias poéticas, más bien diría que soy literal y ajustada a uno de los significados que emanan del Diccionario de la Real Academia:
Tropezar: Detenerse o ser impedida por encontrar un estorbo que no le permite avanzar o colocarse en algún sitio.
No soy buena detectando marcas o modelos más modernos de los comunes Chevrolet o Fiat que tenemos circulando en Caracas bajo fiel amenaza perpetua y tácita de robo. Confieso que lo más moderno que había visto antes estaría en las afueras de alguna reunión del partido de Gobierno o en las inmediaciones de nuestro Congreso nacional.
Pero una vez en Pekín no sólo se vuelve cosa común ver los ensamblajes más costosos de la industria europea, sino que se termina uno por acostumbrar a observar los clichés rodantes como un Ferrari amarillo pollito.
De hecho, sí existe un club de autos de lujo que ha desatado varias polémicas. Una de las más recientes, a mediados del año pasado, fue producida luego de que media docena de los miembros de esta organización ofreciera algunas declaraciones a la revista GQ -en su versión china- que daban cuenta de la perspectiva y el estilo de vida de una generación de veinteañeros que antes que manejaban, luego vivían.
Entre las frases más controversiales del reportaje titulado «Súper niños manejando carros de lujo» resaltaba un testimonio de un chico que confesaba haber perdido interés emocional en una chica al ver que su carro tenía cinco años en el mercado, y no se trataba de un escarabajo de corte obrero.
La revista fue sacada de circulación bajo hipotéticas amenazas legales. Los editores produjeron un reportaje estelar y una nueva portada en tiempo récord para re lanzar el número de julio sin pérdidas económicas, pero las revelaciones no pasaron inadvertidas en una ciudad donde los contrastes son cada día más pronunciados y las bicicletas oxidadas tienen que ceder mayor espacio a los deportivos o último modelo.
Yo con esto de sacarme el carnet de conducir también estoy con la mente en los carros 🙂
Ni me digas!! que yo he intentado aquí obtener la licencia local y he reprobado el examen escrito 4 veces!!! que pena… suerte con la tuya 🙂